Falaz desenlace ha tenido la Eredivisie. Ya sabemos que tres equipos (AZ, PSV y ajax) se jugaban el todo por el todo en una última jornada para enmarcar. Por momentos el AZ era campeón, pero su inesperado derroche en Rotterdam ante un equipo como el Excelsior (primado a buen seguro), abrió las opciones a los dos restantes que, por momentos se fueron pasando el título minuto a minuto. Anotaba el Ajax, marcaba el PSV, aumentaban su cuenta los de Ten Cate y hacían lo propio en el Phillips Stadium. Es difícil hacerse a la idea de un final tan caótico salvo que lo vivamos en directo pero este desenlace, donde un gol sin premio en puntos (porque no era un gol que valiera un empate o una victoria), dio la Liga al PSV. Sin palabras para poder explicar un final de temporada que pasará a los anales, entre otras cosas, por la oportunidad perdida para el AZ, el equipo que más lo merecía y que hubiera roto una línea etilista sin paredón.
Quizás debamos acostumbrarnos a este tipo de pasiones desbordadas hasta el último suspiro de un campeonato porque, según se prevé, en la Bundesliga el camino puede repetirse y, en este caso, porque los propios interesados (Schalke y Werder Bremen), parecen dispuestos a ello. De los de Slomka ya hablamos el pasado viernes, son irregulares fuera de casa, no tienen argumentos ni experiencia para saber culminar el 'match point' que tenían a su alcance. Mientras, el Bremen, sigue quemando etapas en su fatídico planteamiento ofensivo. Si, es extraño que se pueda meter el bisturí en un fútbol tan abierto, atacante y alegre como el que planea día a día Thomas Schaaf, pero si ya el pasado jueves tiró la eliminatoria en Montjuic por su ansiedad para contrarrestar un marcador ya complicado, ayer lo repitió en Bielefeld donde empató en dos ocasiones pero terminó por caer derrotado, de nuevo, a la contra.
En la Premier sucedió algo similar en relación a emoción y estado de sobre exaltación porque los dos líderes se jugaban buena parte de sus aspiraciones ligueras a la misma hora y conociendo, al detalle y con actualidad extrema, cómo le marchaba a su enemigo. Así, pudimos vivir una tarde mágica donde a falta de media hora el United dejaba de depender de sí mismo para dejar servido el título a los Blues y, al final, los de Ferguson meten cinco puntos a falta de nueve por disputarse. Por más que reste un partido entre ellos, el United terminará en Old Trafford la campaña por lo que el Chelsea tiene una auténtica osadía ante sus ojos y, además, visita esta jornada al Emirates. ¿El United campeón en Stamford Bridge?
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El margen de error es mínimo pero, es ahí donde se ha expuesto a examen el líder. Nunca dio en todo el año capacidad de respuesta y no iba a ser este viernes cuando Slomka encontrara la debilidad de un Bochum que había estudiado palmo a palmo el choque y que, una vez liberado de la zona baja, tiene ahora motivos para pensar en mayores metas. Cuando Kuranyi adelantó a la marea azul, todo parecía quedar encarrilado hacia tres puntos más a falta de tres jornadas pero surgió la pareja Gekas-Misimovic.
El griego, máximo goleador del campeonato y que será jugador del Leverkusen el año próximo, ha vuelto a dar otra lección de saber estar. Sus movimientos, inquietantes, sus arrancadas, peligrosas pero su capacidad de buscar espacios es sublime. Si le sumamos que el bosnio supo coordinarse a la perfección con el, en apenas quince minutos, lo que parecía ser un paseo se convirtió en un campo de batalla. Recibir, tocar y desmarcar. Con esas lecciones básicas pero contundentes en efectividad, Gekas ha sabido ganarse el respeto desde la sombra para ser, quizás, el jugador que haya decidido el futuro campeón y que suma ya 19 goles.
Dos llegadas del Bochum y dos goles que crucificaban al líder (2-1), que se descompuso primero, llegó con peligro después y mereció empatar sobre la hora pero que, como ya vaticinábamos, quiere dar fuelle a una Bundesliga absolutamente alocada. Ni los cambios desesperados, ni dos postes asombrosos cambiaron el discurso. Ahora, si el Bremen vence al Arminia el domingo, será el nuevo líder pero... ¿Aún apuestan por ello?
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Y lo hizo desde un planteamiento maestro en eficacia pero simple en procedimiento porque se bastó de la contundencia de Drogba en ataque y la intensidad defensiva de los Carvalho-Terry, para dejar seco el intento Reds de matar a la contra y es que, si el Chelsea no ataca con muchos hombres, es evidente que la inoperancia del Liverpool se caería por su propio peso. Cierto es que lo del marfileño merece mención aparte porque desesperó a Agger en el primer gol y en 80 minutos más y tuvo tiempo, además, de caer una y otra vez a banda para sacar de sitio a Arbeloa (pobre partido) y a un Riise que, desde luego, desde mi apreciación personal, debe ser extremo y no lateral.
Benítez tenía miedo de la fuerza en mediocampo de los londinenses y quizás por ello apostó por Zenden en uno de esos cambios que casi nadie entiende pero que, en tantas ocasiones le han dado la razón. El holandés es más trabajador, pero a camino entre su banda y ayudar a Mascherano (que fue el peor del choque) o Xavi Alonso, estuvo perdido. El argentino, además, fue el 'caramelo' perfecto para que Mikel que ya no sabemos si se le debe considerar suplente o titular, sobresaliera.
Así, con el mediocampo perdido, a Benítez le surgió el momento Crouch, para rebasar una línea que tenía anulada y poder llegar con el gigante a provocar segundas jugadas. Sólo salió una que Cech desvió a disparo de Gerrard porque la zaga local, con Carvalho a la cabeza, le supo parar y sellar el destino del 'sabio' español que se quedó sin argumentos ni respuestas.
Aunque en lo táctico la derrota del Liverpool fue enorme, cierto es también que sólo se crearon cinco ocasiones serias y de peligro en todo el partido, con lo que el marcador está abierto. La primera fue el gol de Cole y las otras, dejando la de Gerrard, llevaron la factura de Reina que, gracias a sus intervenciones ante Lampard y Drogba, mantiene viva una esperanza que el mismo encarna en un Anfield que intentará vivir otra noche europea de las de antaño. Esperemos, eso sí, que Benítez tenga pizarra nueva.
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Esta se le puso de cara cuando, en otro de sus inicios arrolladores tuvo la suerte de batir a Dida apenas unos minutos después de haber estado escuchando ese himno europeo que a todos nos saca la parte más débil del corazón futbolero. Esa misma suerte se le resistió en muchas ocasiones ya que, de haber sido Dida un portero 'normal', hubiera sido capaz de tapar los dos goles (primero y tercero), pero se hubiera tenido que contentar con haber recibido otros dos o tres, porque los empujones del United eran de los que recuerdan viejas etapas, de esas gestas sólo escrita en libros y que, si alguien es capaz de revivirlas, uno de ellos vestía de Red.
Claro que, en esas exquisiteces, el Milan tiene a uno de los grandes, un maestro del control, de la elegancia y del descaro desde la perspectiva de un bailarín con balón en sus pies y claro, nadie como el (Kaká) para sacar a relucir la defensa de circunstancias del United con dos acciones que pasarán a la historia por la incapacidad rival para evitarle. Fueron tantos los miedos locales que el Milan logró aturdir por momentos ante la pasividad del graderío pero, al igual que había sabido aprovechar el Milan, los de Ferguson vieron la luz y se reencontaron con la sangre tras el adiós de Gattuso, que liberó mucho más a Scholes y, con el, el último desgaste de media hora donde el United se dejó el pulmón, el abdomen y lo que haga falta. Entonces, Rooney fue el artillero que todo equipo en clara progresión añora.
Esa electricidad de Old Trafford, salvo sorpresa, no será la tónica habitual esta noche aunque no salgamos del país. En Londres, se habla más de batalla táctica con toques de venganza Blue, que de dos equipos cuyas cartas principales deberían valer para tumbar al rival pero, como si de un lid predestinado se tratara, ambos parecen decididos a mover sus fichas en relación a lo que enfrente tengan.
Así, pese a que electricidad habrá en cantidades industriales con Gerrard, Lampard, Kuyt, Drogba, Crouch o Sheva, los protagonistas pasan a ser Mourinho y Benítez, dos de los técnicos de la nueva hornada que, como se recordará un día, decidieron cambiar el rumbo de la Premier a base de pizarra mientras el United seguía reconociendo al estilo británico por naturaleza. Precisamente esa máxima inglesa añora hoy a uno de los que la llevaron a lo más alto: Alan Ball.
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Los de Ferguson llevan ya varios meses (lo hemos hablado) con serios problemas defensivos debido a lesiones de cierta duración entre sus titulares. Primero cayó Gary Neville que, hasta entonces, no sólo estaba viviendo quizás su mejor año sino que, con sus arrancadas en banda, estaba generando grandes prestaciones ofensivas a su equipo. Poco después, cayeron Silvestre (que aunque no es titular siempre suele dar descanso a los otros dos centrales) y, sobre todo, Nemanja Vidic que era, por entonces, el referente de una defensa que este año había sabido dejar atrás problemas casi endémicos. Para terminar de redondearlo y recordando que el francés Evra tiene facilidad para lesionarse partido si y partido no, la semana pasada cayó el último, Rio Ferdinand. El capitán completaba así el desastre más extremo porque sus cuatro defensas titulares (Evra, Vidic, Ferdinand y Neville), pasaron del césped a contarse sus 'batallitas' en la enfermería (donde además, están Park, Saha y Richardson).
Con ese calvario se ha vivido el primer golpe serio en la Premier, al dejar escapar dos puntos casi adjudicados de antemano ante el Middlesbrough este pasado sábado pero, pese a la persistencia de los Viduka o Yakubu, no serán ellos sino los 'zorros' Inzaghi, Gilardino y Oliveira, quienes pondrán a prueba a la defensa más circunstancial de los últimos años. Además, el Milan pudo dar descanso a sus estrellas ante el Cagliari, otro dato a su favor.
Para el Manchester, la temporada ha sido un largo y, hasta ahora, exitoso andar tanto en Premier como en Europa pero a nadie se le escapa que llegar al momento crucial después de haber trabajado tanto para ello y encontrarse con esta 'cruda' realidad, deja la eliminatoria bastante mermada en sus aspiraciones. Con este revés, son los Cristiano, Scholes -importantísimo que logre robar más balones que nunca-, Giggs y Rooney, los que deben duplicar esfuerzos en un final de temporada que se antoja de infarto en Old Trafford y donde Milan y Chelsea son los escollos a batir en tres competiciones.
Ancelotti conoce perfectamente la debilidad de su rival pero, a la vez, sabe afrontar este tipo de partidos con la mesura de quien querrá romper la eliminatoria en San Siro y, sobre todo, no perderla de antemano este martes. Por ello, no sumará demasiados efectivos en ataque, donde sólo Gilardino se peleará con los 4 sustitutos pero sí construirá su defensa desde el cemento armado que prepara en el centro del campo y que, con Gattuso a la cabeza, intentará no dejar la conducción de balón a un United que luchará contra la realidad, la misma que le pone a prueba debilitándole cuando más duele.
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Es difícil explicar el sentimiento de un hincha lionés, pues el comienzo arrollador dejó paso a un campeonato zanjado en Navidades para, más tarde, sumar victorias poco convincentes hasta caer en Europa y quedar sin objetivo alguno. Tanto, que de no haber arrasado desde agosto, el pozo de los de Houllier hubiera podido llegara ser letal, pues el descenso de ambición e iniciativa en el bloque ha sido patente y tremendamente dubitativo que genera, una vez más, las dudas de muchos jugadores (no sólo en el Lyon) que han logrado ganar seis títulos consecutivos con autoridad y pierden el sentimiento ganador de sus primeros años.
Como queriendo castigar precisamente a esta falta de ambición, reflejada entre otros en el choque ante el Rennes 0-0 (una victoria como local les daba el título), el destino quiso que el Lyon lograra su sexto entorchado de la manera más inesperada y, a la vez, menos apreciada, ya que la derrota del Toulouse (segundo clasificado) el sábado, daba el título al Lyon sin haber jugado aún y con sensaciones contrariadas. Para 'adornarlo' más aún, no pasaron el domingo de un vetusto empate sin goles en el Abbe Deschamps, con lo que la afición lionesa está contrariada. Por un lado, todos se vanaglorian de haber logrado el mayor récord de campeonatos consecutivos (seis) pero, tras este mito se esconden un mar de dudas que hay que afrontar.
La salida de jugadores míticos y casi emblemáticos como Abidal, Malouda o Caçapa, no sólo significa que el proyecto tiene que renovarse sino que ha cumplido un plazo máximo en el que no se han logrado los objetivos (europeos) necesarios para retener en sus filas a jugadores de tanto caché. Es parecido a lo que le sucede al Bayern, donde claman ante la incapacidad de incorporar a estrellas de primer nivel porque la Bundesliga no tiene ese reconocimiento ni prestigio que si guardan en España, Italia o Inglaterra. En Lyon, las buenas artes del presidente Aulas, han servido para poder salvar un vestuario de las manos de los 'grandes' que, a pesar de que cada año veía imposible retener a sus cracks (Diarrá, Essien), si logró mantener el bloque compacto del, pese a todo, equipo más importante en la historia del fútbol galo.
Así pues, cuando Houllier ya ha sido afianzado en su cargo para los próximos años y la directiva hará un esfuerzo para que, al menos, Coupet y Juninho no emigren, el Lyon tendrá que saber dar entrada a sus otras grandes capacidades, la de explotar como pocos la cantera (Ben Arfa, Benzema, Bettiol, Benhamida) y la de estirar al máximo las negociaciones en sus traspasos. La trastienda del Gerland necesita reestructurarse.
Las estadísticas no mienten, es por ello que, analizando toda la temporada, se llega a una fácil conclusión, el AZ es con mucho el equipo más goleador de Europa. Sus 135 goles hasta la fecha en 49 partidos así lo acentúan. 2,75 goles por partido son, además de un tributo al gol, una declaración de intenciones para cualquier rival que, para bien o para mal, sabe que el AZ no conoce especulación ni resultadismo alguno. Por ser más ejemplar, diré que equipos como el propio Werder Bremen suben hasta la cuota de 1,8 y el Barcelona clava tras el 'recital' copero los 2,0.
Arveladze, Koebermans, Jenner, Martens, Dembele…jugadores con mucho gol y ‘hambre’ de títulos, gobernados desde el banco por un Van Gaal transformado para bien desde su adiós a la Liga española y que se auto-prometió llevar entre los grandes a los del DSB Stadion.
Esta noche, los de Alkmaar han goleado al NAC Breda (6-0) camino a la final de Copa donde ya les esperaba el Ajax y donde, si existe un premio de honor a un equipo que apuesta por dejar su huella a base de goles, debería salir campeón. A los demás sólo nos queda aplaudir el intento y esperar que algunos tomen buena nota.
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Lionel Messi se creó, el solito, quizás el mejor gol que jamás se haya visto en el fútbol actual. Digo lo de actual porque, como bien dijo Schuster al finalizar el encuentro, con el en el campo, ese gol nunca hubiera llegado a producirse. Una vez dicho esto, nosé si dar gracias al alemán por su retirada, aunque sí tengo claro que es muy extraño ver en nuestros días como un jugador al que todo el mundo reconoce por su velocidad y potencia con el balón en los pies, arranca desde tan lejos sin que nadie le pare. Pese a ello, no hay muchos jugadores que sean capaces de crear esta sensación de impotencia en los rivales que, sin ir más lejos, dejaron claro al argentino sobre el propio césped que su gol había sido antológico.
Ahora, cuando todos los medios periodísticos del mundo han tenido que tirar de fondo de armario para compararlo al de Maradona en el 86, -curioso a la vez que haya tenido que ser Messi (sucesor natural) el que lo haya propiciado-, uno sólo puede dar gracias porque aún maldecía no haber nacido unos años antes para poder haber visto (con suficiente uso de razón) la genialidad del 'Barrilete'.
Además, pido perdón a los que esperaran otro post, pero me pareció una falta de respeto no dejar este 'aporte histórico' para la posteridad, mucho más aún cuando las otras dos posibles opciones para hacerle la competencia se desvanecieron sobre Milan y Lyon. No fue así sobre Barcelona, ni por supuesto, sobre Getafe, que se ha visto de la noche a la mañana envuelto en la historia.
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La hinchada neroazurri ha sufrido demasiado tiempo. Proyectos con grandes expectativas que se desmoronaban, numerosos fichajes que nunca llegaron a paliar las verdaderas necesidades del equipo y, sobre todo, la sensación de inestabilidad constante en una institución que ha tenido un exagerado déficit de títulos en relación a la historia que un día le marcó entre los grandes. Alejado de las polémicas que le terminaron por adjudicar el Scudetto 2005-2006 en los despachos, que dejaron un sabor tan amargo como que el propio Moratti afirmó que sólo había celebrado ese título con una botella de cava y en familia, tocaba centrase en el 'bloque' y repetir la gesta de casi dos décadas atrás, el tiempo que hay que retroceder para volver a ver al Inter campeón.
Aquél vestuario estaba comandado por Giovanni Trapattoni, maestro del catenaccio y que había llegado dos años antes tras triunfar en la Juventus, donde creó la base de la futura Italia campeona del mundo en el 82. 'Il Trap' tenía un once bastante idealizado, en el que la defensa tomaba un papel fundamental con los Bergomi, Brehme, Matteoli, Ferri o Mandorlini como protagonistas de la base en la que se asentaba el juego interista. El mítico capitán Bergomi junto al potente Brehme, eran por entonces una pareja de ensueño en la que Trapattoni depositaba buena parte de sus esperanzas, pues para la creatividad y la fantasía ya estaban otros.
El buque insignia de este Inter campeón era Lothar Matthaus. El eterno capitán alemán había llegado ese año como estilete del nuevo proyecto que gobernaba desde el sillón presidencial Ernesto Pellegrini y no tardó en dar fe de ello en los que quizás fueron sus mejores años. Llegaba con la experiencia de quien había ganado ya tres Bundesligas con el Bayern y con el 'hambre' para reactivar a un grande aletargado que necesitaba recordar lo que era ganar el Scudetto ya que, por entonces, eran nueve años sin vivir el éxito.
Acompañado de jugadores en un buen momento y cuyo rendimiento fue ejemplar, como Berti, Bianchi o Ramón Díaz (técnico actual de San Lorenzo), Matthaus lideró al Inter, que necesitó los goles de Aldo Serena, nada menos que 22 dianas, para encontrar el camino ideal hacia un Scudetto que, a día de hoy va a ser el penúltimo (despachos a un lado), en la historia interista.
Il Scudetto Dei Record
Además de haber dejado un gran recuerdo en lo que al título liguero se refiere, aquél Inter campeón del 89 tiene a día de hoy los números de su parte porque fue todo un ejemplo estadístico. Basta decir que en esa campaña sólo cayeron en dos partidos, ante Fiorentina y Torino como visitantes, permitiéndoles cantar el alirón semanas antes de que finalizara la temporada. Los once puntos de diferencia final respecto al Nápoles, que sería campeón un año más tarde, coronaron a este equipo entre los grandes.
En el aspecto goleador ya citamos a Aldo Serena como su artillero, dado que el estado físico por el que atravesaba el internacional era tremendo, aprovechando su racha en un año ideal. Sus 22 dianas le hicieron ser el goleador del equipo, ya que logró más del 30% de los 67 con los que el Inter finalmente se proclamó campeón. Ramón Díaz con doce tantos y una gran capacidad de llegada era su principal compañero en tareas atacantes. Así mismo, recibió 19 goles en los 34 partidos.
El gran Inter de los sesenta
Cuando el Madrid arrollador de Di Stéfano se venía abajo tras dominar Europa, entró en acción el Inter de Milan. La historia neroazzurra invita a afirmar que éste, fue el mejor equipo que jamás allá tenido la institución y que mezclaba varios estilos para un bien común que, finalmente, pudo coronarse en Europa.
El principal protagonista no era otro que el mítico Helenio Herrera, quien abrió las ilusiones con su fútbol de 'estudio' que le valió su apodo de 'Mago'. Aquél Inter estaba liderado por Luís Suárez, balón de oro en la época y por el incombustible Sandro Mazzola. A su lado, haciendo honores a un bloque compacto, estaban los Facchetti, Corso, Burgnich, Peiró o Picchi, que llevaron hasta los extremos la 'pizarra' en el aspecto defensivo, con un cerrojo en toda regla que secaba los ataques rivales con un líbero como cabeza de turco. Ese revolucionador método surtió efecto a lo grande porque 2 Copas de Europa y 2 Intercontinentales no se ganan solas, menos aún si hay que dejar por el camino al Real Madrid (5 Copas de Europa por entonces).
Ahora, cuando el Inter sumará su 15º Scudetto, estos míticos recuerdos engrandecen la temporada actual que, sin duda, pasará a la historia como la del claro dominio neroazurro, más aún si mantienen su imbatibilidad.
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Alejados del interés económico como principal sustento y tirando de aquello que algunos llaman sentimiento nacional y que tan difícil es conseguir en otros rincones, esta semana se presenta caótica para muchos equipos que tiene en la Copa el mayor de los objetivos de toda una temporada. Con la igualdad por bandera y sin favoritismos cargados de polémica, no sólo Inglaterra ha sabido explotar como nadie el placer por sus copas, Francia o Alemania, viven unas semifinales cargadas de detalles porque, auqnue parezca extraño para algunos, la Copa aún importa a muchos.
Sin ninguna duda, el fútbol francés ha sabido dotar a su competición copera las bases más acertadas para explotar, al estilo británico, una competición que es valorada como se merece entre los aficionados galos. No hace falta cumplir requisitos especiales para entrar a disputarla, sino que pagando una mínima inscripción, cualquier equipo aficionado puede lidiar en un par de rondas con el mismísimo Lyon o alucinar en el mítico Velodrome. Así, no es de extrañar que se apunten hasta 6.100 equipos, algo insólito al menos en nuestro país.
Precisamente para relanzar a todos esos equipos menores que se han quedado por el camino, está el Montceau. Los de la Borgoña, son la atracción nacional, el orgullo de la clase baja y de los trabajadores incansables. No obstante, desde su humildad han dejado por el camino a equipos con identidad europea como Lens o Girondins y a otros de su mismo 'gremio' como el Pontivy o el Feignies, pero para un equipo de Cuarta División, cualquier meta parece un objetivo a alcanzar por medio de esfuerzo y empuje de los suyos que tendrán que viajar a la vecina Gueugnon para disfrutar de la noche más importante de la historia de su pequeño y limitado equipo. Si la ilusión fue en su día capaz de llevar al Nimes o al Calais a la final de Saint Denis, en París ya hay 'cola' de aficionados del Montceau.
La DFB Pokal ha logrado, como todo el fútbol alemán, un impulso 'extra' desde el pasado Mundial y el ambiente generado en torno al torneo nacional ha ido en aumento con estadios a rebosar y equipos de mitad de tabla dando 'guerra' y dejando fuera a los grandes. Así, en cuartos, no quedaba vivio ninguno de los principales candidatos y sólo el Stuttgart aparece en estas semifinales al tiempo que aún puede coronarse en la Bundesliga.
Nuremberg-Eintrach y Wolsfburgo-Stuttgart son los cuatro finalistas de un torneo que, al igual que en España, no da cabida a equipos aficionados ni tiene en cuenta inscripciones vía económica pero que respeta la eliminatoria directa a partido único y sabe exprimir como pocos los valores de un título en auge.
Así mismo, en Bélgica las semifinales cuentan con cuatro clásicos Anderlecht-Standart Lieja y Brujas-Gent son los emparejamientos, con los que la emoción está asegurada.
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Quizás por ello, el conservador técnico se presentó en el Giuseppe Meazza con aires nuevos, como si de una orden del jefe Zamparini le hubiera obligado a ser más atrevido. Dos puntas como Caracciolo y Cavani, llegadores como Simplicio, Bresciano o Diana y con Guana haciendo las veces de Corini (lesionado). Así, y con un 'extra' de furia por tener que recuperar la cuarta plaza en una campaña que se le había puesto a pedir de boca apenas en las cinco primeras jornadas, el Palermo mostró todo lo que puede dar de sí en una primera parte completísima que abrió Caracciolo rematando una jugada colectiva y cerró Zaccardo para sorpresa general. Además, al punta se le anuló un gol legal por falta previa anterior, de esos que uno se pregunta porqué los árbitros pitan falta en el 90% de los saques de esquina.
Con un 0-2 y habiendo secado literalmente al Inter, se venía lo más difícil. Ya no sólo porque Mancini sacó toda su artillería en la reanudación (Ibrahimovic, Stankovic), junto a Cruz, Adriano y un excelente Figo, sino porque tocaba decidir a Guidolin. ¿Aguantar con dos puntas para intentar alguna contra y para aguantar la pelota o ceder metros retirando a uno?, evidentemente esto último fue lo que hizo. Guidolin quitó a Caracciolo para meter a Giacomazzi, pero no nos engañemos, no tenía ni un sólo defensa en el banquillo. De una u otra manera, el Inter se fue a por los números, los que decían que si perdía se rompía su imbatibilidad. Con poco esfuerzo le dio la vuelta y dejó la sensación a los sicilianos que el experimento salió bien pero era sólo eso un experimento.
Competitivo superclásico
Con un Riquelme hipermotivado de principio a fin, Boca fue más en la primera mitad. Allí, en apenas 45 segundos, una gran combinación entre Riquelme y Ledesma propició un hueco enorme en la zaga millonaria, que aprovecharon los xeneizes para romper los esquemas de Passarella. Eso fue bueno porque los miedos se disiparon y el partido se abrió con todo. Carrizzo (un excelente portero que suena para el Milan) sacó todo a los de Russo que lo dejaron escapar y que, con la reacción de casta de los del 'Kaiser', pudieron terminar por añorar.
River sacó un 'extra' de donde no había y con un gran despliegue empató en una contra de Rosales. En apenas quince minutos, River pudo y debió solventar el choque porque, sobre todo, Marcos Ruben y Belluschi estuvieron negados y fallaron tres ocasiones de las que se quedan en 'casi', que es lo mismo que nada. Un gran duelo, un gran escenario y un gran favor a San Lorenzo que, de nuevo con la 'Gata', está líder por méritos propios.
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Y digo que "era" el momento justo para hablar de ello porque el mediodía traía una noticia de las que no debería sorprender a nadie por la lógica que encierra pero que, habiendo levantado tanta expectación en torno a la Liga, podía sacar a relucir la incredulidad de algunos: Cristiano Ronaldo sigue en el United. Siempre he defendido y creo que con cierto criterio según se divisa el panorama actual, que el United no iba a dejar salir a su estrella por más que la prensa cite 80, 100 o 200 millones de euros. Desde España se ha ninguneado al United desde la sombra porque si hay un equipo que esté limpio ese es el de Old Trafford, que no necesita dinero, aunque más allá de las libras, el proyecto del actual líder de la Premier parece, de inicio, bastante más atractivo que el que puede presentar un Madrid desangelado. Por tanto, con todos mis respetos, el Manchester United no es el Tomelloso al que le puedas 'robar' su perla.
Así mismo, este viernes guardaba una noche bastante apetecible en ligas que están preciosas en su recta final. En Lisboa, el Sporting se jugaba ante el Marítimo sus opciones de seguir en la pelea de la Superliga y no falló (4-0). Empezó muy fuerte, con goles de Liedson y Romagnoli en un cuarto de hora para dejarse llevar y terminar goleando con tantos de Moutinho y Alecsandro. Paulo Bento sigue abierto a opciones y esperará posibles tropiezos.
En la Eredivisie más de lo mismo. El bajón descendente y progresivo del PSV ha reactivado el campeonato a falta de tres jornadas y tanto Ajax como AZ están a sólo dos puntos de los de Koeman. El turno adelantado lo tenían los ajaccied, que en el Ámsterdam Arena han sacado una victoria sin destellos (2-0 al NAC Breda) pero válida para meter presión a los de Eindhoven que tienen este sábado el choque más complicado de los que le restan, recibiendo al Twente que es la revelación de la temporada.
Además, el B.Gladbach encamina su descenso tras perder ante el Hamburgo en un partido que jamás debieron perder y que dejaron marchar en el descuento (1-0) y, en la Serie B, el Genoa pisa el acelerador hacia la próxima Serie A, en la que todos ansiamos ver a Juventus, Nápoles y los propios genoveses para reestablecer el nivel y pasión de antaño. Un viernes de lo más completo.
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Estos, que veían con preocupación como un marcador ligeramente ventajoso podía ser, a su vez, la peor de las confianzas, obtuvieron respuesta a su miedo en apenas cuatro minutos donde se impuso la lógica, la clase, el entender perfectamente los espacios y, aunque pese, la creatividad, el punto negro y eterno para el campeón germano. Un mediocampo en el que el criterio (mínimo) de organización lo ponen Van Bommel (se ha ganado a pulso una fama incontestable de jugador duro) y Hargreaves (mucho carácter pero poca fluidez), no puede generar demasiado fútbol, más allá de que con algún disparo lejano, balones colgados al área o fallos del rival, aparezca la lucidez inmediata que allane el camino pero, este se demuestra año tras año, demasiado empedrado como para buscar soluciones tan arduas y, a la vez, cotidianas. Además, la baja de Schweinsteiger, acentuaba esa sensación.
Así, cuando el ritmo pausado y medido de los bávaros les llevó a crear dos ocasiones claras con un disparo de Podolski y un balón bajo palos que sacó Oddo, parecía que esa lucidez que esconde debilidad creativa, podía hacer acto de presencia, pero si había algo de clase para romper el esquema eterno de Hitzfield, esa estaba enfrente y surgió en cantidades mínimas. Apenas dos chispazos de un gran Seedorf, un amague previo al disparo del primer gol y un sublime taconazo-asistencia para Inzaghi que valieron, como tantas veces, el mismo desenlace de un grande que no falla y que tendrá que lidiar contra el equipo más en forma y contra un imperio entero, el del fútbol británico, que reclama con competitividad máxima, el papel de mejor liga europea.
Lejos de estos registros está la Bundesliga, que para algunos refleja, en parte, el bajón de los equipos alemanes en Europa durante los últimos (al menos en cuanto a competitividad con otros 'grandes') años aunque, a su vez, uno se mira el 'ombligo' y saca respuestas y deberes con mayor fundamento sólo en el ámbito deportivo.
Se logre o no ampliar el abanico de opciones para los próximos años, si el Bayern mantiene esta tónica válida para su campeonato pero fuera de sí en Europa, a los alemanes les seguirán pareciendo demasiado tontos.
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Antes de nada, debo confesar que nunca he pensado en Alex Ferguson como un estratega, porque directamente creo que no lo es. El escocés apuesta por mantener la fiel filosofía del fútbol británico y más allá de algunos de sus jugadores, con mucha calidad y velocidad, el resto completan una plantilla muy británica (tres de cuatro equipos en semifinales) tanto en nacionalidades como en sus cualidades. Así, el técnico del United tuvo que decidir en cómo tapar las bajas de Scholes, Neville, Vidic y Saha (cuatro de sus pilares en la temporada) y adoptó la postura que antes cité, la más arraigada en las islas, la que apuesta por mayor 'sangre' y fuerza para tapar la mejor disposición de su rival que, además, tenía ventaja en la eliminatoria.
Era un choque en el que
Evidentemente esa fue una de las claves porque, viendo los diez primeros minutos, parecía claro que el United iba a tener que cuidar muy mucho su portería pero, para acompañar a ese esfuerzo físico de Smith y Fletcher, nada mejor que verticalidad, velocidad y disparos lejanos (siempre acabando jugada). Con esos mimbres y la calidad indiscutible ya de jugadores expertos en estas 'guisas' como Cristiano Ronaldo, Rooney, Giggs (memorable el galés) e incluso un día grande para Carrick (dos goles y una infinidad de balones robados), culminaron una goleada a la que sólo le faltó el gol de Solskjaer (por habitual).
Apunto además el detalle en el banquillo del United, que lo formaban (Solskjaer, Kucszack, Richardson, Eagles, Cathcart y Fangzhou), lo que habla de lo 'mermado' del equipo que, además, venía de un duro golpe moral al caer en Portsmouth el sábado y ver como
Fue tal el 'baño' a los romanos, que ni siquiera Spalletti vio argumentos para trastocar un plan inicialmente, (todo hay que decirlo) impropio de el. Taddei se lesionó en el calentamiento y su lugar lo ocupó Vucinic, con lo que eso conlleva, ya que el montenegrino jugó de 'nueve' algo que pocas veces ha experimentado esta temporada el cuadro gialorrosso y que, desde luego, no salió bien. El técnico pudo haber seguido su esquema de llegadores si, en lugar de Taddei, hubiera optado por meter a Rosi, pero no se atrevió a dar entrada a un joven en un choque de tal calibre. Totti no lo olvidará.
Dejando de lado planteamientos o recitales, lo cierto es que en el fútbol actual es imposible ver algo parecido a lo que se reflejó en Old Trafford. Cero especulaciones, fútbol directo, ambición máxima y detalles que demuestran que el United es, sin duda, el equipo más abierto y que sigue viendo de 'otra' manera el fútbol tan resultadista que reina ahora, más aún en Europa. Pase lo que pase, la historia ya tiene excusa con este memorable (7-1), para recordar a un equipo que goleó en días donde los miedos al rival pesan más que los impulsos propios y que se permitió el lujo (para la hinchada) de mantener a Cristiano Ronaldo hasta el final pese a que el luso estaba amonestado de sanción. Un diez para Fergie, un diez para el United.
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El primero habla de ausencias, las de dos de sus hombres fuertes en mediocampo. Scholes estará en las gradas por su estúpida auto expulsión en el Olímpico, la misma que dejó este panorama para el United tan sólo una semana más tarde pero, para la Roma, será Perrota la baja más reseñable en su maquinaria de trecuartistas llegadores. Por cierto, el romanista jugará a pocos kilómetros de su ciudad natal, Ashton-under-Lyne, de poco más de 40.000 habitantes que hoy, tendrán claro que el azzurro es el rival y no el 'paisano'.
Otro de los detalles que aparecen en los 'coloquios' apuntan a los dos cracks mundiales que estarán en el césped. Con permiso de alguno más, Cristiano Ronaldo y Francesco Totti son, cada uno en su materia, dos de los jugadores del momento. Ninguno ha jugado jamás unas semifinales de Champions, ni tan siquiera habían visto tan cerca la oportunidad, pero mientras el romanista está ante una de las últimas, el luso flocere este año y parece que tendrá mayores opciones. A su vez, los dos muestran los polos opuestos del fútbol extradeportivo, el que habla de sentimentalismos y donde Totti es un héroe nacido en la ciudad que ahora quiere llevar a lo más alto.
También los hay de los que defienden el papel secundario de otros protagonistas de la cita. Mancini y Rooney aparecen como los más inmediatos a la hora de poder nivelar la eliminatoria porque ambos tienen capacidad para ello y ya lo hicieron alguna vez no muy lejana aunque nadie se olvida de los Taddei, Giggs, De Rossi, Saha, ni por supuesto tampoco de Van Der Sar o Vidic. El holandés está en un momento nefasto, regalando dos goles en los últimos dos encuentros y el defensa serbio se ve como aquél en el que todos ven la eliminación de un United que flojea demasiado sin Nemanja, dos puntos negros para Fergie.
Sea como sea, pase quien pase, la historia encumbrará sólo a uno de estos proyectos, el de Spalletti apuesta por un 'bloque' con capacidad de alternativas en un mismo partido, versátil y sin punta fijo, para ‘colarse’ entre los técnicos más respetados del momento y casi asegurarse un futuro en cualquier banquillo del planeta.
Algo similar al de Ferguson que idolatraría aún más su ya extraordinaria trayectoria con los Red Devils, quizás el colofón perfecto a un futuro lejos de Manchester que no se ve demasiado distanciado.
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El ocho veces campeón venezolano, había dejado atrás los temores que le apuntaban como el rival más débil del grupo con las victorias ante River en BA y ante LDU como local. Esas victorias inesperadas, abrieron el camino de la esperanza pero, como si nadie quisiera que Caracas demostrara su valía, la Confederación sudamericana le inhabilitó el estadio (por no respetar el mínimo de espectadores) y tomó Cucutá como su sede, donde se llevó el mayor 'palo' cayendo ante Colo Colo con autoridad (0-4).
Por si fuera poco, sólo 24 horas antes de la visita clave de River, la Conmebol suspendió a cuatro de sus jugadores titulares (Luis Vera, Jorge Rojas, Edder Pérez e Iván Velásquez), por una polémica en el anterior partido. Con todo eso y conociendo las debilidades de River, los venezolanos poco menos que desarbolaron a los riverplatenses que, por segunda vez en su historia (hacía 14 años), quedan apeados de la competición estrella y, para mayor morbo, en ambas el DT era Daniel Passarella.
Como es lógico, en Nuñez necesitan respuestas y las primeras críticas han llegado sobre el propio técnico, que no ha podido contestar todavía a las grandes expectativas creadas en la pretemporada y que parece incapaz de levantar a un equipo en una crisis total en los últimos años. El capitán, Belluschi, es otro de los culpados por su mal momento de forma, algo que no ha podido negar y que se intenta explicar en dos aspectos: sobrecarga de partidos y el tener que sostener el brazalete de capitán que Pasarella le concedió.
Mauro Rosales, Ponzio o Rivas, levantaron grandes ilusiones en el inicio de campaña, porque con Belluschi, Ortega (sin sus problemas de alcohol), Farías, Zapata, Ferrari o el gran meta Carrizo, había motivos pero la realidad ha sido otra. El Apertura, que ahora mismo es su única lucha, se torna complicado porque San Lorenzo (donde triunfa el ex-River la 'Gata' Fernández), lo lidera con siete puntos y tres más que Boca, al que River se enfrenta en unas semanas. Vencer ese 'clásico' y no ceder demasiado será la única receta para reactivar a una afición que tiembla con su equipo hasta el final, entre otras cosas porque de sus cinco victorias en el campeonato, tres fueron sobre la hora.
No vale la excusa (real), de la mejoría del fútbol venezolano, tampoco la igualdad patente en toda Sudamérica (Cienciano golea a Boca o Internacional está a un paso de la eliminación), porque la inexpresión, la falta de carisma y alma de todo buen equipo argentino ha abandonado a este River, el mismo que tiene vendidos cerca del 70% de los derechos de sus actuales talentos y el que no logra resurgir tras sus pasados éxitos, aquellos que le recuerdan cada día lo grandes que fueron en Nuñez.
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Los hechos son claros, antes del partido, según ha informado la policía, tuvieron lugar los mayores incidentes cuando pese al gran dispositivo de seguridad se enfrentaron miembros de las dos aficiones en zonas cercanas al romano estadio, siendo un hincha del United con herida de cuchillo en el cuello, el peor parado.
Con esos antecedentes, la policía se tomó la justicia por su mano y, en pleno partido, arremetieron contra un sector de aficionados del United que respondió. Uno de estos hinchas, aislado de cualquier polémica, fue la excusa perfecta de la policía romana que lo utilizó como ejemplo de violencia al golpearle de manera indiscriminada en la cabeza y cuerpo, produciéndole heridas graves.
Estos incidentes han sido catalogados por la UEFA como leves, pero sólo hay que ver las imágenes para ver la aberración que se ha cometido y por la que deberían pagar. Teniedno en cuenta que Platini profana allá por donde va su total intención de terminar con la violencia, ya podría tomar buena cuenta.
Al término del encuentro imperó la calma hasta que los autobuses organizaron el regreso de los hinchas ingleses que, por cierto, no pudieron beber ni una gota de alcohol porque la ciudad de Roma había vetado su venta.
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Se pudo ver en San Siro, es cierto que Bayern y Milan están realmente lejos de lo que por plantilla pueden ofrecer pero, dentro de esas debilidades contrastadas de un momento oportuno, los de Hitzfeld vienen de una clara progresión en Bundesliga que les vuelve a dar opciones a título (sobre todo tras vencer al Schalke). Además, ese resurgir, ha sacudido a tiempo el carácter ganador que apareció en Lisboa ante el Sporting (0-1), en Milan ante el Inter (0-2) y en el Bernabéu para levantar una eliminatoria que se marchaba (3-2). El Bayern llega a la recta final en plenitud física, con la esperanza de poder meterse entre los cuatros semifinalistas (algo que nunca pensó) y, sobre todo, dando respuestas contundentes de que con unos mimbres establecidos, se pueden sacar resultados sin ningún lujo de más.
Cierto es que, además, se encontró con un Milan tan catastrófico como acostumbra esta temporada en defensa. Ya puede jugar Maldini, Nesta, Bonera, Kaladze o Costacurta, los dos centrales hacen aguas a balones largos y reculan en exceso ante el mínimo empuje local. Esto se reflejó cuando el Bayern sacó a Pizarro y Lell, adelantó líneas y buscó con intención. El Milan de antaño, podía sacar adelante estos desbarajustes porque tenía mucha más explosividad en la delantera, algo que ahora añora ante el más estado de sus goleadores, mención especial para Gilardino. Con esta trayectoria tan dubitativa a lo largo de la temporada y teniendo complicado a día de hoy su clasificación para la próximo edición de la Champions, Ancelotti no tiene alternativa, tendrá que jugársela en el Allianz ante un Bayern crecido y dispuesto a 'matarle' a la contra.
Nada de esto le va a hacer falta a Benítez que, una vez más, supo leer a la perfección el partido que el PSV le proponía, sumando además las importantes bajas de Afellay, Koné o Alex, demasiadas para un Koeman que, tal y como ya avisaban en Holanda, poco menos que ha tirado la Champions para asegurarse una Eredivisie en la que ha pegado un bajón considerable (reflejando una vez más que el estrés es irremediable para algunos).
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