El 'quita y pon' del Calcio


Hemos visto durante muchos años como los técnicos son siempre, salvo contadas ocasiones, el primer castigado de una mala racha de resultados o de un bajón en lo deportivo. Otras veces su destitución se debe a problemas con las gradas, con el presidente con aires de jefe o incluso con algún jugador en particular.

También sabemos que en las Islas los técnicos cuentan con mucho más respeto para sacar adelante sus proyectos que en el resto de Europa, pero lo que jamás se había visto, y menos con tanta asiduidad era ver como un técnico cesado, era repuesto de nuevo en su cargo varias semanas después, si, tan sólo jornadas más adelante.

El último en esta moda ha sido Francesco Guidolin, que apenas un mes después de abandonar el banco del Palermo tras caer ante el Parma (22 de abril) y dejar definitivamente lejos de Champions a los rosados, ha regresado para hacerles mantener la séptima plaza a falta de sólo dos jornadas. Un episodio más que sólo habla del negocio, discriminación de trabajos y mera importancia por lo resultadista, justo el que ha sido el peor enemigo de un equipo que se ha desinflado a base de conservadurismo, lo que ahora anhela.

No fue el único en experimentar esta sensación de regreso inmediato a casa, porque Gianni De Biasi en el Torino, Marco Giampaolo del Cagliari y Bruno Giordano del Messina, han tenido igual suerte o desgracia, porque en todos los casos, su regreso se debía a que la situación en vez de mejorar, había empeorado. ¿Una manera de intentar arreglar un fallo anterior?, o ¿Quizás de reflejar que el técnico es el primero en caer pero no el primer culpable?

Una vez más, el fútbol se supera en lo negativo.

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Un preludio, un fichaje y un histórico


Ya se sabe que a medida que se acerca el imparable destino de final de campaña, los partidos clave, las alegrías o tristezas que arrastran los resultados y las esperanzas para el futuro en forma de refuerzos, son el mejor bálsamo para seguir ‘enganchados’.

Si se trata de tenernos sin descanso, la Bundesliga está, al menos a título personal, en su fin de semana clave. El líder, un Schalke como ya hemos dicho en alguna ocasión, demasiado hermético y directo en los últimos tiempos, visita al gran enemigo en terreno hostil, el Westfalen. Allí, el Dortmund sabe que una de las formas de saldar con mayor nivel la campaña, mala de verdad, es quitándole a su vecino el título. Por cierto, la marea azul lo vivirá de una manera muy especial. El Bremen en casa ante el Eintracht y el Stuttgart en Bochum, seguro que se lo agradecerían. Un duelo con todo que repito, para mí, decidirá el campeón.

Si lo que pretende esta recta final de temporada es recordarnos que algunos históricos no han dado aún su última palabra, hay que dirigirse al City Ground. El gran Nottingham Forest decidirá en su propio estadio el play-off de ascenso a The Championship ante el Yeovil, pero lo hará con una gran renta tras el 0-2 de ayer gracias a dos penaltis que parece, le colocarán un peldaño más cerca de donde debería estar.

Y, por último, si se trata de renovar esperanzas, en el Liverpool han sabido elegir bien la manera de hacerlo, y es que el ya cerrado fichaje de Lucas Leiva, responde a los que veíamos en el brasileño grandes dotes. Leiva fue el mejor de Brasil en el pasado Sudamericano Sub 20 y luchará el puesto con los Mascherano, Xabi o Sissoko. Benítez, una vez más, deshizo a su gusto y busca los talentos fuera de su cantera, algo que ya le ha traído problemas.


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El premio al ‘profesor’ Spalletti

Hace apenas unas semanas, comentábamos que el duelo de Champions entre Roma y Manchester United iba a ser una prueba de fuego para los dos proyectos. Ambos, son los más alegres ofensivamente hablando de las grandes ligas europeas y aunque la Roma salió muy 'escaldada' de aquella prueba, su rutina futbolística no le podía dejar sin premio. Un reconocimiento al trabajo de Spalletti que, aunque para muchos sea un título menor, no deja de tener doble significado porque es ante el campeonísimo de este Calcio (Inter) y porque ha roto todos los record posibles en una final copera.

He adorado como nadie el talante de esta Roma que no especula hasta que el rival le obliga, que engulle a base de empujones en masa con una línea de llegadores inigualables y que sabe sacar el provecho del gran Totti, al que la nueva demarcación como eje le da incluso mayor libertad, porque no sólo remata (máximo goleador de la Serie A), sino que es el perfecto asistente para los Taddei, Mancini o Perrotta, que son los fieles escuderos del gran príncipe romano. La 'doppietta' de un Panucci encomiable y las grandes paradas de Toldo, dejaron un marcador de 'set' al que sólo dos regalos de Cassetti y Pizarro para Crespo, dieron algo de respuesta.

No enumeraré los goles ni haré una crónica del partido, pero al Inter no le sentó nada bien la sienta (el partido se jugó a las 18:00) y fue arrollado de principio a fin por los gialorrosi, que sí demostraron tener un hambre incontrolable por vengarse del Inter que le había arrebatado las anteriores finales. Porque ahí está la base en números que hoy toda Italia recuerda. Los duelos entre interistas y romanos siempre se han clasificado, en las últimas campañas (Copas y Supercopas), por suministrar muchos goles y dejarnos remontadas épicas, pero lo del Olímpico este miércoles superó algunas estadísticas que parecían insalvables.

Así, el Inter sumó su primera derrota a domicilio tras nueve meses (desde Lisboa ante el Sporting), el partido se convirtió en el más goleador en la historia de las finales coperas (el antiguo era un 6-1 de la Sampdoria al Ancona) y el valedor de todo este espectáculo, el señor Spalletti, se llevó lo que buscó, media asa del torneo que romperá seis años de sequía en el bando gialorrosso. Que no sea el último, asegurará nuestras buenas tardes de fútbol y una buena dosis de alegría en un Calcio apenado.


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Gritos al son del Cúcuta

De toda Sudamérica, nadie olvida que el fútbol colombiano ha sufrido el mismo declive descendente y progresivo que el país. Ambos se han hundido juntos, teniendo que hacer frente a grandes problemas económicos y orden público. Desde la última aparición colombiana en un Mundial (1998), poco más se ha dado a conocer en un campeonato que añora viejas épocas pero que, poco siempre, refleja en estado puro, la pasión de una sociedad que siempre tuvo en el fútbol un referente y ahora vuelve a reír.

Desde los años del 'Dorado', con Di Stéfano a la cabeza, Colombia se ha ido remodelando poco a poco, a pasos demasiado lentos respecto a sus vecinos, lo que nunca le permitió ser regular en sus éxitos. El gran Millonarios de los años 50 y el América de Cali en los 80, fueron dominadores absolutos en sus épocas pero en Libertadores, donde de verdad se equiparan fuerzas y comparan los niveles, el título siempre fue esquivo. Sólo el Atlético Nacional en 1989 y el Once Caldas en 2004, dieron la cara, además contra todo pronóstico, por el fútbol colombiano. Ahora, aparece una nueva sensación.

Esta es tan imprevisible y sorprendente como la de los dos campeonísimos anteriores pero, el Cúcuta Deportivo está ya entre los ocho mejores de Sudamérica, un gran salto para su país, para la hinchada y para volver a levantar ese ánimo perdido entre las desgracias diarias. El Cúcuta, de la región Norte de Santander, fue campeón de la Copa Mustang II o torneo de Finalización (equivalente al Clausura) y, por primera vez en su historia, gritaba el campeonato. Además, ese techo a nivel nacional, le sirvió para tomar plaza en la Libertadores donde, junto a Pasto y Tolima, llegaba con la clara idea de intentar la machada pasando la primera fase.

El equipo cambió de técnico tras el adiós del ya mítico Jorge Luis Pinto hacia la Selección Colombiana (lo que da una idea del éxito), pero a pesar de la llegada de Jorge Luis Bernal, La Furia Motilona siguió su ascenso que, al mismo tiempo, es el de toda su ciudad. Tanto se le quiere al equipo en Cúcuta, que durante las elecciones, el alcalde Suárez Corzo, no dudó en admitir que sus votantes le habían escrito en muchas de las 'papeletas' algo así como: "Salve al Cúcuta Deportivo y nos salvará a nosotros" (por entonces estaba en Segunda División).

A partir de entonces, todo ha sido un éxito que se vio recompensado con la ampliación de su imponente estadio, el General Santander de 42.000 espectadores, los mismos que arroparon a 'Doblemente Glorioso' (otro de sus apodos) ante Gremio, el también colombiano Tolima y Cerro Porteño en la segunda fase de la Libertadores y, sobre todo, los que disfrutaron con la página más famosa de los suyos la pasada semana ante Toluca, al que derrotaron por un contundente 5-1 que, junto al 2-0 en contra de esta madrugada, les ha metido entre los ocho mejores equipos. Un milagro a base de trabajo y realidad.

La administración del equipo es su estandarte, ya que nadie duda de que ha sido la estabilidad la que permitió crecer hasta ahora. En lo deportivo los jugadores están involucrados en un sueño de una ciudad, de un país que les mira con los ojos de antiguas gestas, de pasajes ya escritos que ven de nuevo la luz y con la mente puesta en que sea el inicio del resurgir colombiano Los Blás Pérez (panameño estrella del equipo), Hurtado, Macnelly Torres, Castro o Rueda, quieren ser el icono mediático y esperanzador para sus gentes y, por ahora, que les quiten lo 'bailao'.



Foto: Goal.com

La Premier más cotizada

Mientras Fergie estaba jugando al golf, Ferdinand en el campo con sus hijos y Scholes de mudanza, se decidía la Premier League. A eso de las 17:50 (cuando Gilberto Silva adelantó al Arsenal), debieron sonar todos los móviles de Manchester y el grito retumbó hasta el mismísimo vestuario Blue. Allí, Mourinho y los suyos reestructuraron líneas tras la expulsión de Bouhlarouz y salieron decididos a cumplir una gesta que les mantuviera con vida, como aquella heroica que uno siempre recuerda haber soñado y que, por momentos, con entrega, poderío físico y una mentalidad ganadora a prueba de golpes, parece hacerse efectiva.

Para mayor orgullo de la parroquia Blue, no fueron los nombres de talonario quienes tuvieron que dar la cara, sino aquellos otros que forman el verdadero 'bloque' de un equipo y los 'viejos rockeros' de la anterior etapa Pre-Roman. Sin Carvalho, Ballack, Drogba o Shevchenko, la mezcla de los Terry-Lampard o los Kalou-Cole, se mentalizó de que nada estaba perdido y remando y remando, se plantó ante un Arsenal que ni con un hombre menos pudo dar una mínima alegría a los suyos (1-1). Ese coraje mezcla de pasión y ambición siempre está patente en un equipo ganador por naturaleza y con una entereza descomunal pero, en contra de todas las alabanzas recibidas por este ímpetu de campeón herido y contra las cuerdas, queda la sensación de que sólo en situaciones tan adversas, los Blues reflejan lo que verdaderamente pueden ofrecer.

No dudo para nada que Mourinho no creyera en la victoria, de echo yo mismo la vi posible, pero quizás debería plantearse la idea de plasmar esa misma grandeza cuando se dejó llevar por la especulación y la pasividad de un campeón quizás demasiado prepotente. Esas citas dejabas en el olvido y salvadas por un 'destello' de sus múltiples cracks, le habían llevado a esta situación. Aquella tarde en Riverside, ese puntito ante Fulham en Stamford...no se le puede sacar punta a una temporada tan regular y exitosa en lo resultadista, pero viendo la capacidad mental de este equipo y la respuesta financiera que tiene tras de sí, sólo me queda levantarme y aplaudir al campeón.

Pocos creían en sus posibilidades, pues la fiabilidad del United nunca es equiparable a la de su rival, pero quizás la mayor sensatez, discreción y, desde luego, formalidad que se desprende siempre en Old Trafford, ha sido clave para superar un largo trayecto (que nadie olvide que el United ha sufrido también una masacre de lesiones) con éxito final.

Si el Manchester United ha roto, con un par de detalles bien solucionados (no sólo Cristiano ha destacado), todo ese engranaje creado para hacer de la Premier un Imperio Blue, el campeonato de los Red Devils toma un valor indescriptible, pues no creo que en el mundo haya un equipo capaz de vencer en ‘regularidad’ a una institución tan poderosa, en un general, como el Chelsea. Enhorabuena United, felicidades Campeón.


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Dos premios a dos proyectos

Tal y como se presumía, el fútbol español tendrá su fiesta particular en Glasgow. Sevilla y Espanyol obtienen un merecido premio a una temporada fascinante en Europa y dejarán la primera final española en la competición desde que se llama UEFA, ya que en la antigua Copa de Ferias sí se dio este caso con Valencia, Barcelona y Zaragoza como protagonistas. Por tanto, además de histórico, esta final demuestra que el nivel medio de la Liga española es, sin ninguna duda, el más fuerte de Europa y que, salir campeón tiene un mérito incuestionable y poco comparable al de otros campeonatos.

No fue fácil, desde luego. Para que la fiesta española se culminara, los de Valverde debían resistir en un Werserstadion lleno hasta la bandera y que de verdad creía en la remontada de los suyos. No había que cuestionar que opciones había, porque el Werder es de sobra conocido por sus abultados marcadores pero, tal y como ya hemos comentado, su instinto ofensivo le juega malas pasadas más de una vez y si ya le pasó en Montjuic, también entre sus paredes. Cuando Hugo Almeida anotó a penas a los tres minutos, la sensación era mala, muy mala para un Espanyol que no se encontró en el césped hasta la segunda mitad y que muy mucho debe agradecer la ignorante expulsión de Klose. El goleador demostró que está fatal en este último tramo y no sólo por su falta de gol, sino porque está descentrado, con los pies en Bremen pero con la cabeza en Munich.

A partir de entonces, la impotencia de Schaaf se propagó a sus hombres que, en cuanto dejaron huecos atrás, la velocidad de Riera y Coro (vaya goles importantes los de el canterano), les sentenció de manera definitiva. Los 'periquitos', con un alto porcentaje de canteranos, algo inolvidable para ellos e histórico en unas semifinales europeas, aspirará a su primera Copa de la UEFA, la misma que le privó una odiosa tanda de penaltis ante el Leverkusen en el 88. Valverde tendrá su 'venganza..

Mucho menos ha tenido que esperar el Sevilla para volver a la final de la que, actualmente, es 'su' competición. Los de Juande no dejaron nada para especulaciones y se fueron con todo desde el inicio. Sin pensar en rotaciones para el choque de este domingo y con la única y clara idea de romper un muro 'rojillo' que fue cayendo por el propio peso de quien no tiene un segundo plan. Ziganda propuso un once no sólo defensivo, sino demasiado tosco en la creación, porque Poulsen ni siquiera tuvo que secar a Raúl García ya que este se mostró más preocupado de 'achicar' que de avanzar. Con todo ello y reculando por minutos, un gol extraño de Luis Fabiano (por la pasividad de la zaga pamplonica), abrió el camino a un Sevilla que dejó espacios y corrió riesgos en beneficio de la victoria, la misma en la que nunca dudó y la que le lleva a su segunda final europea consecutiva (algo envidiable en estos tiempos). La ambición y, sobre todo, seguridad que ha logrado Juande en su plantilla está a la altura de las más grandes y el año próximo a buen seguro que se podrá comparar a ellos en la Champions.

Gane quien gane, el premio para ambos ya está en la mano y la 'moraleja' también, porque los dos son el prototipo de progreso a base de una buena organización. En un caso administrativa y en los despachos y en la otra con un excepcional trabajo de cantera. Un aplauso por ellos y que gane el mejor.


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El paciente inglés

Es un tópico y, en este caso, ventajista además, pero es rotundamente real. El Milan bailó a su gusto con un San Siro entregado como en las mejores noches. Operó a su rival con un comienzo de los que generan dudas, lo manipuló con una capacidad creativa (Kaká, Seedorf y Pirlo) fuera de toda duda e incluso dejó en nada el siempre aguerrido carácter inglés. No hay nada que poder reprochar al Milan que hizo el partido perfecto en el momento deseado, algo que, por otra parte, muchos esperábamos conociendo las aptitudes de uno y otro en situaciones similares a las de anoche.

El Milan es el 'perro viejo' por naturaleza de toda Europa. Es una especie en vías de extinción, una perfecta maquinaria engrasada para grandes citas que saca a relucir todas las batallas del pasado y las explota en el día a día con la mayor frialdad posible. La misma de un cirujano. De los verdaderamente grandes en Europa, el Milan supera estadísticas año tras año y demuestra en momentos tensos que su experiencia pesa en las piernas pero, a la vez, en la de su rival. Ese era ayer el United, aunque de rival tuvo poco. Salió descafeinado en el diluvió milanista y no fue capaz de quitarse la presión del 'zorro' humeando a su alrededor en busca de la 'presa' atenazada y moribunda que naufragaba en San Siro.

Si en tres minutos el Milan te genera dos claras ocasiones de gol y todo el público le lleva en bolandas, poco menos que aferrarte a la contra y al menos, calmar el temporal por minutos cerrando filas pero no, el United no conoce eso. El líder de la Premier es, como ya he comentado muchas veces, el equipo inglés más 'blando' lejos de su estadio. No es capaz de competir al nivel de Liverpool (Benítez cambió el guión en los Reds) o Chelsea (Mourinho y su 'legión' les hacen el equipo menos inglés) y soy de los que piensan que su estilo británico es la causa principal de ello. O´Shea, Fletcher, Brown, Carrick, Scholes, Giggs y Rooney, son demasiados jugadores con un estilo de juego definitivamente alejado de la competitividad que exhibe la Champions y no digo que no tengan calidad, sino un concepto más arcaico y que poco o nada tienen que ver con la realidad en citas tan importantes.

Otro británico, pero esta vez en el banco, mostró la incapacidad de la que hablo. Ferguson no tuvo respuesta en ningún momento y se dejó llevar ante la improvisación. Meter a Saha a falta de quince minutos no era dar ese punto de mordiente que el equipo estaba esperando. A su favor corre el número de bajas importantes que arrastraba.

Así, mientras el Milan sigue su periplo europeo con la maestría y experiencia de quien compite (con Maldini incluido un año más) aunque sea en el 'parchís' y se estrella en el Calcio con un año más que pésimo, el United seguirá su fortaleza en Inglaterra y tendrá que aprender de los errores, aunque lleva años intentándolo desde la humildad británica. Insuficiente a día de hoy.


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Anfield-Reina: Combinación anti-Blue

¿Quien no ha visto nunca el famoso cartelito en los pasillos de The Kop con el mítico This is Anfield? Más allá de su naturaleza mística, arcaica y a la vez necesitada de recordar viejas gestas, el 'cartel' es un icono más de una pasión desbordante que difícilmente puede igualarse. Entre Anfield y su equipo hay mucho más que amor a unos colores. Canciones durante 90 minutos, gritos de ánimo inagotable, aplausos a cada mínimo esfuerzo y una relación irremediablemente unida por un escudo ... eso sí es Anfield.

Con tal derroche desde las gradas resulta totalmente imposible para los Reds serenar tan sólo un segundo sus impulsos pero tampoco le conviene porque es en esa unión de agresividad y ambición la que desencadenan a un equipo imparable en la competición copera, donde su capacidad de regeneración es inmediata y cuando hay que demostrar el nivel de competitividad. Un nivel que, por cierto, resulta inigualable para los de Rafa. Siempre se mira a la plantilla red como una de las secundarias dentro de los grandes y aunque, probablemente sea así, Benítez y los suyos se empeñan en reflejar que el 'bloque' unido esta por encima de cualquier estrella, sea Blue o azulgrana.

Como toda gran cita que se precie, alguien debía ser considerado el héroe y teniendo en cuenta los antecedentes tanto en el Liverpool de hace dos años (con Dudek estelar en Estambul) como en el de siete días atrás, Pepe Reina tenía el destino sobre sus hombros. Ya fue el gran valedor que permitió salir con la desventaja mínima de Stamford y lo culminó con poderío y carácter. No sólo estuvo acertado en los penaltis, donde sacó toda su capacidad de trabajo a relucir, sino que tapó en dos claras ocasiones a Drobga durante el juego. Pepe es hoy Rey en las Islas.

Opuestamente al éxito Red, está la decepción Blue. Mourinho tuvo esta vez el gran problema que no supo resolver Benítez en la Ida. No valieron los múltiples balones largos a Drogba que, muy sólo todo el partido, pareció ser el talismán exclusivo de un Mourinho sin capacidad de afrontar el 'desaguisado' que le había causado la baja de Carvalho. Essien de central cumple, como siempre, pero en el mediocampo perdió la batalla que hubiera podido ganar con el ghanés en su sitio.

En esa trama, el luso no creyó en Boulahrouz y prefirió meter desborde en los últimos minutos (Robben y Wright-Phillips) cuando el músculo mandaba con supremacía. Su única meta era que Drogba lo solucionara y que reapareciera la 'luz' que tantas veces le enfocó sobre la hora este año pero (a pesar de que la tuvo), terminó por pedir a gritos una definición a nueves metros. Cech no fue la luz brillante que Mou guardaba como último 'cartucho' y terminó como siempre, fuera al borde de la final pero fuera y, quizás, no tenga más oportunidades desde el proyecto de Roman.

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