El tridente que ‘pescó’ la Sudamericana

Puede ser un arma arrojadiza en las civilizaciones del dios Shiva, una mención al mismísimo diablo para los cristianos e incluso el elemento base de la bandera de Barbados. El tridente, cuyo usufructo se asocia principalmente al dios Poseidón y a sus grandes habilidades para la pesca, sirvió a la mitología griega para contextualizar la creación del agua en la antigua Grecia. Desde esta pasada madrugada, en Beira Rio, han coronado a sus tres grandes dioses para formar su propio tridente: O tridente que apanhado a Sulamericana.

Internacional de Porto Alegre se proclamó este miércoles campeón de la Copa Sudamericana tras imponerse en la prórroga a Estudiantes de la Plata. Tras el 0-1 de la Ida en suelo argentino, los hombres de Tite partían con todo el favoritismo pues, además, 56.000 personas abarrotaban el estadio de Rio Grande do Sul. Se pasó de una primera media hora donde los brasileños pudieron cerrar la finalísima a un dominio del ‘Pincha’ hasta lograr la igualada por medio de Alayes en una acción a pelota parada. La presión se repartió hasta que Nilmar solventó la cruzada y otorgó el título al Inter. Más allá del gran trabajo colectivo del campeón, su ataque ha sido la clave, una mezcla explosiva de calidad, potencia, velocidad e inteligencia. D’Alessandro, Alex y Nilmar son las tres aspas del ‘tridente’.

El Cabezón D’Alessandro no ha cambiado en nada desde que se ganara el corazón de la hinchada ‘millonaria’ allá por principios de siglo. Sigue siendo desenfadado, con un carácter de perros y extrovertido, pero sobre el césped ha mejorado sobre manera lo que dejó en su paso por Europa. O, mejor dicho, se siente capaz e importante, con lo que el resto es cuestión de esperar. Llegó a Beira Rio casi por casualidad, incrustado a una oferta satisfactoria para sus bolsillos y dentro de un proyecto que lo encumbraba como la estrella que buscaba recuperar su mejor tono. Con la libertad de todo enganche, con la serenidad para mantener la pelota cuando a todos les explota y, sobre todo, con la determinación del líder que siempre quiso ser, Andresito ha demostrado que aún está para grandes tardes.

Mucho más inesperada, al menos para el público global, ha resultado la puesta en escena de Alex. Un zurdo potente, de pegada indescriptible, que secó a Boca Juniors en cuartos de final a base de misiles. Pese a formar parte del Inter que ganara el mundial de clubes al Barcelona hace dos años, su progresión ha sido espectacular. Hábil, con mucha clarividencia y determinación, es ya internacional absoluto y a sus 26 años parece destinado a recalar en Europa. Un 10 con mucha llegada y un guante demoledor.

Por el viejo continente ya pasó Nilmar, cuya carrera es un constante querer y no poder. Tiene todas las cualidades que apuntaba ya cuando era juvenil y que, por entonces, le colocaban como delantero de la canarinha para muchos años, pero ha sido marcado de por vida por las lesiones. 37 goles en 42 partidos le llevaron en 2004 al Lyon, donde se rompió por vez primera la rodilla. Tras renacer en el Corinthians, contribuyendo con 39 goles en 55 partidos al título de los Tévez o Mascherano, volvió a caer demolido por su cristalina rodilla. Tras casi dos años en el anonimato de los centros de rehabilitación, ha resurgido por tercera vez con otros veinte goles en la reciente campaña. Tremendamente veloz, habilidoso, imprevisible y con el don de hacer hablar las porterías contrarias, es sin duda alguna el gran artífice del éxito y, desde luego, el primero en volver a probar en Europa. Recemos por sus rodillas…

También han sido muy importantes en el éxito del Inter (que lleva tres años con cuatro títulos internacionales) el carácter del argentino Guiñazú, el polivalente Andrezinho, la seguridad de Lauro bajo palos y la experiencia del ex maño Álvaro. La nota negativa, desde luego, ha sido la mínima aportación del ex moscovita Daniel Carvalho, una sombra entre tantos elogios. El Inter recibió premio a un bloque muy trabajado, que supo explotar a la perfección sus mejores bazas y que jamás perdió la cara a una competición que premia una apuesta ofensiva y atractiva. Mientras, O tridente que apanhado a Sulamericana pasará a la historia y, muy probablemente, repartirá sus aspas en busca de otros mares donde ‘pescar’.

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