Merseyside derby

Separados por menos de una milla, rivalizando desde hace más de un siglo y consiguiendo levantar el trono del barrio más famoso de la ciudad de los Beatles, Everton y Liverpool

vuelven a cruzar sus caminos en el derby más antiguo del fútbol inglés. Merseyside, esta vez con Goodison Park como telón de fondo, vuelve a engalanarse en un choque que esconde detalles de dos historias paralelas pero irremediablemente destinadas a tropezar.

Se dice que fue en la Final de Fa Cup de 1984 donde ambos equipos entraron en una tensa calma y serenaron sus controversias. Las más de 50.000 gargantas que acudieron a Wembley para presenciar un derby en toda una finalísima, disfrutaron con un partido reñido, de muchas ocasiones y vibrante en su ritmo, los que les hizo unir lazos hasta el punto de gritar el “Merseyside, Merseyside” en coro. Aquella copa quedó en poder Red con un gol de Souness pero definitivamente marcó un antes y un después en el derby estrella de la Premier.

Y es que más allá de que Londres sea la capital donde mayores derbis pueden disfrutarse, ninguno alcanza la longevidad de un duelo entre Evertonians y Liverpudlians, que estrenaron sus roces un 13 de octubre de 1894. Por entonces, como aún ocurre hoy en día, el partido también recibía el nombre del derby de la amistad ya que en una misma familia pueden encontrarse simpatizantes y socios de ambas entidades e incluso en los graderíos comparten asientos cordialmente.

No siempre la alegría fue total entre ambos, sobre todo a raíz de que el Everton, que fue el primer equipo que actuó en Anfield, fue obligado a buscarse una nueva ‘casa’ tras 8 años en el actual templo red. No pudo costearse los altos precios que solicitaban los dueños del suelo y se construyó Goodison mientras que los propietarios, sin opción a sacar dinero por aquél suelo sin explotar, se crearon su propio equipo, el Liverpool, que ya nació como sempiterno rival tras causar el primer gran problema de la historia Toffee.

El Parque Stanley separa los dos estadios desde entonces y aunque al contrario que en otros derbis, el de Mersey no sigue divisiones sectarias, es cierto que en los años 50 el Everton fue considerado católico y contrario a los protestantes del Liverpool. Tres irlandeses que lograron gran éxito con la casaca Blue (Tommy Eglington, Peter Farrell y Jimmy O’Neill) fueron los causantes de dicha segmentación que, aunque pequeña, sí marcó algunos duelos de mitad de siglo. Tras los desastres de Hillsborough, y Heysel, ambas hinchadas entraron en paz total e incluso colaboraron activamente en problemas sociales de la ciudad como en el caso de Rhys Jones.

Estos duelos han sido el escenario ideal para que muchos jugadores dejaran su huella permanente en el fútbol inglés y es que hay protagonistas para todos los gustos. Neville Southall tiene el récord de derbis disputados con 41. Y es que después de haber sido transportista y camarero, permaneció durante diecisiete temporadas en la portería del Everton. Su compatriota Ian Rush es el máximo goleador en estos choques con la nada despreciable marca de 25 tantos. Sin embargo, ninguno supera el mito del ancestral Andrew Ana, que tras pasar dos años en los Toffees y seguir su carrera, acabó jugando en los Reds otras tres temporadas. Lo más curioso no es su cambio de ‘bando’, sino que en ambos fue capitán. Eso sí, a finales del siglo XIX.

Si queremos rizar el ‘rizo’ en lo que se refiere a romper las reglas entre rivales, hay que apuntar directamente a John Heydon, Bill Lacey y Dave Hickson, que no sólo jugaron en ambos rivales, sino que además, también lo hicieron en el mítico Tranmere Rovers, que completa (en su nivel), el trío de entidades en torno al río Mersey. Unas aguas que aparecen como la excusa perfecta para una historia sin igual.

1 comentario:

Esteban Gómez dijo...

Hola José!
La verdad es que Fernando Torres se marcó todo un partidazo en el encuentro del pasado sábado. Creo que el Liverpool puede tener posibilidades para esta nueva temporada. Pero aún es pronto...
Un abrazo! Nos leémos
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