Alimentando a los gorilas

El planeta tiene incontables maravillas que ofrecer. Existe el Taj Mahal, el Cristo Redentor o el Coliseo, incluso se puede disfrutar ante la perplejidad de escenarios mágicos como el Himalaya o los Alpes. Para los futboleros, hay un país único en sentimiento y exclusivo en su pasión, pero cuya execrable organización bien merece una crítica vigorosa a tantos capítulos de oscilaciones y deberes inacabados.

Argentina, la cuna de muchos de los mejores futbolistas del mundo tanto a lo largo de la historia como en la actualidad, ha vuelto a mostrar su lado plumizo y repugnante. El mismo que usan fantoches que profanan su amor por un deporte que derriten con sus bengalas, que desangran con sus machetes y que aniquilan domingo a domingo con un rastro demasiado largo de muertes sin sentido. No hablo sólo de trifulcas, sino de un comportamiento nefasto en la cancha, donde parecen unirse como el que lo hace en un parque de su barriada.

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1 comentario:

Pablo G. dijo...

Es una pena que el comportamiento no esté al nivel de la pasión. Saludos

 
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