El fútbol alemán se ha instalado peligrosamente en una espiral de decadencia respecto al resto de grandes ligas europeas. Ya no asombra presenciar que sus equipos pasan inadvertidos a nivel internacional y cada vez son más lejanos los recuerdos de aquellos gloriosos años del Bayern, del Monchengladbach y del Magdeburgo en los 70 o el Hamburgo de inicios de los 80.
Más allá de algún ‘zarpazo’ esporádico, como en 1997 con la Champions en Dortmund y la UEFA en Schalke, los equipos teutones fueron cayendo al son de los euros que reforzaban a sus grandes rivales europeos (la mayoría de ellos llegados desde las televisiones), aquellos cheques que jamás llegaron a una Bundesliga que, desde entonces, se ha ido renovando en muchos otros aspectos. Y es que mientras la Premier se extendía a lo grande, la Liga se alzaba con varios títulos europeos y el Calcio no cedía al asegurar siempre varios equipos al primer nivel, en Alemania se optó por crecer en administración, organización e instalaciones, ya que prácticamente la totalidad de los estadios germanos han sido renovados o tienen pocos años de vida.
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