Las expediciones en busca de territorios para ser conquistados tuvieron su época de oro allá por el siglo XVI. Grandes personajes de la historia como Núñez de Balboa o Francisco Pizarro tocaron suelo extranjero con la idea de la explotación comercial en su cabeza. Perú, tierra colonizada y famosa por su Imperio Inca, fue por momentos la cuna mundial y el principal motivo de disensión entre quienes pretendían enriquecerse a su costa. Varios siglos después, desde el extremo oriental del planeta y cultivado en una civilización mucho más antigua y singular, llega un expedicionario muy especial, el del balón: Masakatsu Sawa.
Como todo buen explorador, el nipón se lanzó a la aventura casi a la desesperada, sin un mapa del éxito asegurado y con la única apuesta en firme de su saber futbolístico. Así, con 18 años y una vida acomodada en su Kashima natal, decidió armarse de valor y, balón en la mochila, probó suerte en Argentina gracias a una empresa que organizaba viajes al país albiceleste, uno a los que Masakatsu procesaba devoción. Con una prueba en los juveniles del todopoderoso River Plate, Sawa se bastó para demostrar su potencial y los ‘millonarios’ se lo quedaron durante tres años y medio. Curiosamente, pese a que siempre había actuado de delantero, lo colocaron de volante o central, algo que, según él mismo argumenta, le hizo ganar en funcionalidad.
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