El mejor gol de Darío

"Espero recuperarme pronto y volver cuanto antes a los terrenos de juego". Esta frase pertenece al diccionario de clichés del mundo del fútbol y a ella suelen acudir los futbolistas que acaban de sufrir una lesión. No tendría nada de especial, de no ser porque, en esta ocasión, quien la pronunció había sufrido la amputación de su pierna derecha pocos días antes.

El pasado 23 de septiembre del 2006, Darío Silva, ex jugador uruguayo y viejo amigo del fútbol español, sufrió un grave accidente de tráfico que le dejó al borde de la muerte. Afortunadamente pudo salvar la vida, pero cuando despertó del coma recibió la noticia de que había perdido su herramienta de trabajo. La pierna derecha que había goleado en la Liga, la Serie A y la Premier League ya no estaba. Se la habían amputado.

Darío hizo gala del fuerte carácter que le hizo grande sobre el césped y demostró que también es un campeón en la vida. "Desde el hospital comencé a planificar la que iba a ser mi nueva vida", comenta el uruguayo dos años después. El ex delantero mantuvo la calma y confiesa que sólo lloró una vez y no por su pierna, sino al ver por televisión los mensajes de ánimo que le mandaban desde todos los rincones del mundo.

Quiso salir adelante por sí mismo, sin recurrir a nadie, ni siquiera a Dios como hubieran hecho otros. "Nunca he leído la Biblia, porque no sé si creer o no creer. Sólo creo en lo que hago yo", confiesa Darío, quien se volcó en su afición por los caballos para alejar la mente del fútbol, aunque tenía una espina clavada: su hijo Diego nunca le había visto marcar un gol.

El pasado lunes, Darío por fin pudo sacarse esa espina. Dos años y medio después de su accidente, y ayudado por una prótesis en la pierna derecha, el delantero uruguayo volvió a calzarse las botas en un partido benéfico. A lo largo del encuentro no se ocultó tras su leve cojera y buscó siempre el balón, hasta que llegó su gran momento. El equipo de los famosos uruguayos forzó un penalti y Darío quiso tirarlo. Tomó carrerilla, se acercó al punto fatídico, disparó con su pierna izquierda y marcó. Por fin pudo dedicarle un gol a su querido Diego.

El tanto sirvió para que los famosos uruguayos forzaran la tanda de penaltis, en la que también marcó Darío, y acabaran ganando el encuentro. Aunque el resultado es lo de menos. Darío había logrado cumplir su deseo de dedicarle un gol a su hijo y además había contribuido a una buena causa al participar en el partido benéfico de la Fundación Niños con Alas, de la que es padrino.

La historia no acaba aquí porque Darío tiene más ganas de pelear y se ha marcado una nueva meta: participar en unos Juegos Olímpicos. Como futbolista nunca pudo hacerlo y espera lograrlo como miembro del equipo de remo de Uruguay en los JJOO que se celebrarán en Londres en el 2012. "Estoy seguro de que lo conseguiré". Yo también lo estoy. Suerte Darío.

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