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'Antagónica' vuelta a casa

El intrusismo que parece sufrir el entorno del fútbol actual, donde antiguos futbolistas campan a sus anchas por las redacciones de los periódicos más valorados, las televisiones más influyentes y hasta los banquillos más representativos de todo el planeta (algo que tiene muchos detractores), siempre deja historias y análisis variopintos con el paso del tiempo. Y es que nadie mejor que ellos para reverdecer antiguas hazañas, noches épicas o desastres colosales a lo largo de trayectorias que, muchos años adelante, recuperan su importancia y son protagonistas del ‘morbo’ añadido en noches como las de esta semana, de Champions.

Dos fieles reflejos de estos sentimientos encontrados tendrán representación estelar en las figuras de Eric Gerets y Gordon Stracham, nombres propios de dos estilos, perfiles singulares en sus entornos y ejemplares profesionales en la actualidad, aunque con una ‘papeleta’ similarmente complicada en terreno continental. Ambos volverán a aquellos graderíos que les vieron triunfar en el caso del belga o pasar casi inadvertido si hablamos del escocés. Dos regresos a un pasado que encumbró a uno y degeneró a otro pero que no pueden pasar por alto, sobre todo, cuando su objetivo es el de salir victoriosos.

Eric Gerets fue un defensa distinto, tan ofensivo que sus técnicos tenían que ir restringiendo sus alegrías tácticas con sendos castigos en forma de cambios de posición hacia zonas más retrasadas. En sus inicios fue delantero y mucha culpa de su capacidad de recorrido se la debe a esas primeras experiencias como ariete en equipos de menor caché. El León de Rekem, ciudad donde nació, se hizo hombre en el Standard de Lieja, su primer gran club y donde se ganó la fama mundial que años después le sigue valiendo el respeto. Doce temporadas, con una década de capitanía, más de 300 partidos y varios títulos, le llevaron a la selección que arrancó un subcampeonato en Italia 1980 o a la que fue capaz de vencer a Argentina dos años más tarde en España 82.

Sus brillantes años en el cuadro Rouche, le llevaron directamente a San Siro, pasando de puntillas por un Milan que soportó la sanción del gobierno belga sobre su estrella. Gerets fue declarado culpable de un soborno que incluyó a otras figuras de la época y que emborronó el título de 1982 con su ex equipo, un Standard que se derrumbó institucionalmente. Su etapa más negra como jugador finalizó en el Venlo, que le acogió para la recta final del campeonato de ese año.

Inmerso en críticas, el PSV apareció en escena para dotarle de todo aquello que no había tenido hasta entonces, un gran equipo, un club limpio donde los haya y una ciudad rendida a sus pies. Llegó con 31 años pero con una rabia demoledora por sus problemas extradeportivos que le iba a bastar para resurgir, sumó seis campeonato nacionales, tres copas y una UEFA. Fue capitán tras la salida de Gullit y se retiró en 1992 cuando disputó su partido número 200 con los del Phillips Stadium. Regresó años después como técnico y ahora repite pero en el banquillo rival para llevarse las iras de un público que le adora y le idolatra como uno de los grandes defensores de las últimas décadas.

Algo más adelantado pero siendo la polivalencia su gran virtud, actuó durante veintiséis campañas el singular Gordon Stracham. Agresivamente incorregible pero ágilmente adaptable a diferentes tareas, triunfó en su Escocia natal con el Dundee primero y con el recordado Aberdeen de Ferguson más tarde. En el mejor momento histórico del Dons, el pelirrojo formaba la columna vertebral junto a Miller, Leighton y McLeish, y tras lograr contra todo pronóstico la Recopa de 1983 (ante el Real Madrid), engrandeció su éxito con la Supercopa de Europa meses después ante el Hamburgo. Aquello les hizo pasar a los anales del fútbol escocés como el único equipo en lograr dos títulos europeos.

Con semejante carta de presentación, el Manchester United le fichó en agosto de 1984 por unas 500.000 libras. Sus primeros meses fueron muy positivos con la victoria en la FA Cup como gran premio pero paulatinamente, su estado físico fue empeorando, protagonizó muchos titulares sobre su excesivo descontrol corporal y fue liberado de presiones cuando el Leeds le rescató en plena ‘era Ferguson’. Su declive fue caótico y alargado puesto que ni el técnico que le había llevado al éxito en su país pudo relanzar su carrera, que terminaría en el Coventry.

Este martes regresa a Old Trafford para recuperar el honor perdido desde una faceta opuesta a la de entonces pero desde la que ya lleva años retando a los grandes. Tiene al mismo Sir.Alex como rival, los mismos graderíos como recuerdo y las sensaciones encontradas tras años de memoria fotográfica en su cabeza. Puede ser su particular venganza en una jornada con dos preciosos pero antagónicos protagonistas.

La simetría de la UEFA

La plebe futbolística no siempre puede movilizar sus pasiones en los mayores escenarios, esos que en la actualidad están reservados a quienes se ven las caras con la Champions en juego. Tras esos ‘gigantes’ adinerados, se esconden numerosos equipos en un escalón inferior, ya sea por haber dejado atrás sus mejores días de gloria o por andar buscándolos a base de proyectos serios que pretenden crecer a base de un título inferior pero tremendamente valioso para quienes lo compiten.

Así es la UEFA, la misma que es capaz de definir su cuarto-finalista en dos tantas de penaltismínimo margen de ventaja tras 180 minutos de alternativas. Es la ‘otra’ competición, la de la clase B, la de la igualdad máxima, la que pone en liza a equipos tremendamente parejos con similitudes en los pasillos pero con discrepancias enormes en sus modelos tácticos, donde nace la principal virtud del torneo. absolutamente espectaculares o con el

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La gacela herida vuelve a la sabana

Conducido por el buen camino de la mano del eterno Guy Roux y sabiendo explotar todas las cualidades que le hicieron despuntar desde pequeño, Djibril Cissé siempre fue un referente de futuro cuando hizo acto de presencia en el Auxerre. Allí, en el Abbé- Deschamps, con sólo 17 años, se comenzó a crear el delantero total. Rápido, incisivo, goleador y con carácter, algo que jamás le ha faltado y que, como a tantos y tantos jugadores, le suele pasar factura, el galo encarnaba unas características estupendas para triunfar.

En la Ligue One todos recuerdan aún hoy al Cissé demoledor que en 2002 y 2004 fue elegido mejor jugador del campeonato. Pintaba para crack mundial y como se esperaba, todo un Liverpool le buscó y encontró por nada menos que 20,7 millones de euros. Su explosiva velocidad presagiaba que en Anfield y en un fútbol abierto como el inglés, Cissé encontraría su escalón final pero la sabana comenzó a hacer acto de presencia.

Aquella gacela de peinados estrambóticos que parecía encaminarse a una estrella del rock moderno más que a un futbolista, nunca encontró su lugar en los Reds. Era el arranque del Spanish Liverpool de Benítez y los Morientes, Crouch o incluso Pongolle o Luís García, le hicieron renegar. Primero tuvo que ganarse el respeto actuando en banda derecha (nunca rindió) y, más tarde, tras enfrentarse varias veces con su técnico, terminó desesperado en la búsqueda de equipo. Lyon, Betis, Mónaco…le daba igual. Sólo apareció para darle a los Reds la Supercopa de 2006.

Aquellos dos años, sin embargo, tuvieron un denominador común que siempre acompañará la trayectoria del galo, y es que se fracturó ambas piernas en lesiones de extrema gravedad. Aquello no sólo fue un golpe físico por extra más de 15 meses apartado de los terrenos de juego sino que, sobre todo en la que se produjo con Francia (en un amistoso ante China), le vació mentalmente porque la misma llegó apenas diez días antes del Mundial de Alemania 2006.

Esos malos ratos dejaron la noticia de que ya en 1982, sufrió problemas serios en la pierna izquierda por una tuberculosis intestinal, pero cuando nadie daba un duro por el, reapareció y se marchó de inmediato a Francia. Eligió Marsella y deseando ser el de antaño sigue hoy en día. Su regreso ha dejado muchas dudas puesto que, por ahora, ha sido más noticia por sus bruscas entradas (lesionó a Yepes en un gesto mezquino) o sus problemas de carácter, que por sus goles.

Este miércoles, la misma sabana que le vio sucumbir y le marcó su carrera a base de tornillos en sus piernas, le espera (seguro que con ovación) como referencia atacante del rival. La gacela quiere escapar a su recuerdo con goles.

Foto: djibrilcissé.fr

 
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