Poeta maldito


Paul Verlaine, Stéphane Mallarmé, Tristan Corbière o Arthur Rimbaud son algunos de los artistas conocidos como "poetas malditos" durante el siglo XIX. Pertenecientes al movimiento simbolista, se ganaron éste perverso calificativo por su capacidad ilimitada tanto para crear genialidades como para escandalizar y entregarse a una vida autodestructiva.

Si los Verlaine y compañía todavía vivieran seguramente contarían entre su selecto grupo de amistades con José María Gutiérrez Hernández "Guti" (Torrejón de Ardoz, 31 de octubre de 1976), quien este martes 2 de diciembre cumple 13 años como jugador del primer equipo del Real Madrid.

Tal día como hoy, pero en el 1995, Jorge Valdano dio la alternativa a un joven enclenque, de afeminada melena y del que se hablaban maravillas gracias a sus extraordinarias improvisaciones con el filial blanco. Era el inicio de una larga trayectoria en la que el "14" ha cosechado unos números de crack. 500 partidos, 72 goles y 15 títulos lee avalan, y, sin embargo, su figura ha sido puesta constantemente en entredicho.

Al igual que los malditos, Guti ha demostrado una gran facilidad para coleccionar acérrimos seguidores y feroces detractores. Se le ha bautizado como genio e insultado llamándole promesa inacabada. Durante toda su carrera le ha perseguido un maniqueísmo informativo que le elevaba a los altares de los elegidos del balón unos días y en otros lo tachaba de ser el peor de los males.

Lo cierto, es que el propio jugador es quien ha facilitado esta divergencia gracias a su fútbol fecundado por musas. Cuando le acompaña la inspiración es capaz de romper un partido con un pase imposible o una genialidad impensable, pero si esta le abandona aparece su fuerte carácter y, en este caso, rompe el partido en perjuicio de su equipo cometiendo acciones absurdas y antideportivas.

Tras trece años vestido de blanco merengue ha dejado obras de arte inmortales como un onírico taconazo hacia Zidane ante el Sevilla, o su traviesa exhibición ante el Valladolid en el 2008. Por el contrario, la Roja queda como su asignatura pendiente y en Villarreal siempre será recordado como el tipo que les llamó paletos.

A sus 32 años, Guti afronta la etapa final de su carrera, pero cuando el fútbol se germina en la mente el físico tiene poco que decir. Salvo que el carácter autodestructivo de los malditos le consuma, queda genio incomprendido para rato.

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