Bayern-Hoffenheim: Die Party des Jahres

Toda la prensa alemana se había puesto de acuerdo a la hora de catalogar el partido que la Bundesliga, ésa a la que sólo unos pocos defendemos de entre aquellos que la quieren colocar en un escalón inestable, nos ha regalado este viernes. El todopoderoso Bayern, se enfrentaba a la gran revelación del fútbol europeo y me atrevo a decir sin error que de todo el mundo. El imponente Klinsmann ante el desconocido Ralf Rangnick, los superclase Toni-Ribery contra los valientes Ibisevic-Obasi o, si lo prefieren, el 21 veces campeón germano, contra el novato más atrevido que se recuerde en la hierba muniquesa.

Y como la desverguenza es una del claves del ascendente Hoffenheim, sólo necesitó un minuto para asomarse por vez primera a la portería de un Rensing que estuvo como un ‘flan’ durante toda la noche. El tridente Ibisevic-Ba-Obasi, como siempre, puso la velocidad, se mostró incisivo y creó las grandes oportunidades visitantes, aunque la más clara la desperdició incomprensiblemente el ya internacional Compper, cuando sólo tenía que empujar ante un fallo estrepitoso de la defensa bávara.

Fruto de aquella declaración de intenciones llegó el premio al ‘Hoffe’. Una gran maniobra de Eduardo y Ba que remachó Ibisevic tras ganarle la posición a Lucio. La sorpresa dejó de serlo y el Allianz se puso a remar, logrando despertar a un Bayern incómodo, aletargado y pasivo en ataque. Toni, que había errado un mano a mano bastante accesible, aún no tenía que marcar y tuvo que ser Lahm, en una de sus famosas internadas, el que fue buscando hueco hasta encontrar un disparo afortunadísimo. Un desvío defensivo tiró por la borda el buen hacer del modesto, que no quiso bajar los brazos.

Dos lanzamientos de falta a cargo de Salihovic, una arrancada de Ba que no supo definir ante Rensing a falta de cuatro minutos y algunos balones directos del Bayern buscando a Toni, parecían encarrilar el partido al empate pero, como tantas veces, el azzurro tenía el arma preparada y deseando descargar. Fue en el descuento, aprovechando un despeje involuntario de un zaguero visitante y concretando una remontada que valía su peso en oro. Los graderíos estallaron, Klinsmann aún está botando en los pasillos y Toni sacó esa munición para desplomar en sus celebración a todos los compañeros.

Era un festejo liguero, de los que recuerdan a grandes noches, a citas con títulos de por medio pero, sin embargo, sólo habían ganado a un ‘novato’. Eso, que se llama respeto, es lo que ha logrado el Hoffenheim con su actitud en un coliseo europeo en el que muchos otros dan un paso atrás. Por eso, por todo eso, fue Die Party des Jahres.

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