La renovada fórmula ‘MaGiCa’

Dos goles ante la Sampdoria, uno en 1984 y el otro en 1991, limitan una etapa clave en el fútbol italiano. Con el paso del tiempo, reflejan casi siete años irrepetibles en el Calcio, que vivió la exaltación del pueblo sureño, la rebelión contra las adversidades respecto del norte y su particular sueño, uno donde la pelota acequiaba todas sus frustraciones. El líder de aquél hervidero en las regiones sureñas no tenía más armas que un balón y las admiraciones que con el despertaba. Suficiente excusa para amotinarse y esperanzar a la zona más pobre del país, que vio en Diego Armando Maradona a su salvador. A su rey napolitano.

El dios argentino fue la estrella que guiaba todas aquellas ilusiones pero para dejar su huella bien implantada, necesitaba colaboradores de primer nivel, jugadores aguerridos, con carácter y clase. Esa mano fiel que todo crack necesita la otorgó Bruno Giordano, un delantero de área, de buenos desmarques pero con un incorregible defecto, el de la polémica. Llegaba tras haber triunfado en Lazio pero también después de meses de suspensión por un escándalo de apuestas ilegales. Quizás aquella forma de entender la vida, le hizo ser el mejor amigo de Diego en el campo y fuera de él.

A la pareja se sumó un año después Careca, un goleador consumado que venía de romperla en Brasil y que iba a dar la ‘puntilla’ definitiva con sus registros, aunque también iba a sacar sus garras en diversos conflictos y cruces de declaraciones con Maradona. Tres mentes impulsivas que suministraron los mejores años que jamás hayan disfrutado en San Paolo. Formaban la fórmula ‘MaGiCa’.

Casi dos décadas más tarde y después de haber pasado por todo tipo de cataclismos (descensos, castigos deportivos, ruina económica), Nápoles vuelve a brillar con la fuerza de antaño. El equipo ha sabido reconstruirse, ha ganado en confianza tras un año sin problemas para mantener la categoría y, sobre todo, ha sabido moverse como nunca en el mercado. Las estrellas del pasado son ahora promesas con hambre y el trío mágico se ha renovado en aspecto pero no en pedigrí, manteniendo su naturaleza impulsiva, desafiante y plena de esperanza.

Lavezzi ha invocado a Maradona desde el primer día que piso suelo napolitano. Bajito, de gran velocidad, potencia, manejo de balón y definición, el ‘Pocho’ aúna todas las cualidades del futuro punta argentino. Es desordenado en su vida y polémico (al menos en San Lorenzo) en sus declaraciones, lo que recuerda aún más a quien parece querer igualar. Gambeta, gol, espectáculo y tatuajes, la perfecta mezcla maradoniana. Además, curiosidad o no, Lavezzi fichó el mismo día que Diego fue presentado en 1984: 5 de julio.

Marek Hamsik representa un estilo propio de jugador aventajado, inteligente y en clara progresión. Es un comodín pues su talento le permite jugar en banda o como llegador, función esta que cumple a las mil maravillas como sus registros indican. Tiene un golpeo tremendo, mucha calidad y un carácter único para su edad, lo que le coloca (no exagero) entre los mejores jugadores del mundo en un futuro inmediato. Llegó del Brescia como un desconocido y sólo había disputado un partido como profesional en la liga eslovaca pero en el sur lo mimaron para serenar al pequeño Giordano.

El gol es cosa de Denis. El Tanque que llegó del ‘Rojo’ es un artillero feroz, de remates imposibles, cabezazos certeros y mínimas ataduras en cuanto a su elegancia. Un estilete del área que evoca al gran Careca, con quien comparte la facilidad para hacer hablar las redes y para definir partidos cerrados.

La fórmula ‘MaGiCa’ logró (aunque no siempre con los tres protagonistas juntos) varios Scudettos, una Coppa Italia y una Copa UEFA pero, sobre todo, levantó a un pueblo llano que vio en el fútbol la esperanza perfecta para arrinconar sus carencias. Esa sensación está de vuelta, San Paolo vuelve a sonreír y el renovado trío mágico (Lavezzi, Hamsik, Denis) levanta grandes esperanzas de cara a un futuro que este domingo tiene su primera final. Toca viajar al norte y retar al campeón. Espera el Inter.

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