De una mezcla de cantaores de renombre y futbolistas bañados en éxitos (Carmen Flores e Isidro Sánchez), no podía emerger nada pernicioso y, aunque al contrario que la mayoría de sus raíces, la inspiración se manifestó con un balón en los pies y no un micrófono en la mano, Quique Sánchez Flores sigue intentando no decepcionar a una familia de tantos quilates.
Aunque particularmente no soy un fans de aquellos técnicos que en sus juventudes decidieron practicar el deporte rey en lugar de analizarlo en silencio para posteriores perspectivas de futuro, el caso del madrileño es, por su trayectoria y juventud, un ejemplo de regularidad al alcance de muy pocos. Como ya hiciera su padre, aquél Isidro que levantó nada menos que cinco Copas de Europa en la mejor etapa histórica del Real Madrid, los pasos de Quique fueron lentos pero sobre seguro y todos muy analizados. Cuentan que en su etapa como madridista, ya reflejaba al técnico calculador que tenía dentro porque, al parecer, era un irremediable jugador del famosísimo PC Fútbol. De allí sacó sus primeras conclusiones. Siempre entre estadísticas, experimentos y noches en vela intentando situar a los equipos de sus amores en la órbita internacional.
Como eterno lateral valencianista, recorrió la banda derecha de Mestalla con el 2 a la espalda durante una década antes de recalar en el Bernabéu. Allí, además de ganarse amigos, se hizo con un respeto como persona que hoy en día aún valora pues fue Valdano, uno de sus hombres de confianza por entonces, quien le daría años después el primer puesto como técnico e los juveniles blancos. Tras varios años donde ganó una Liga y saboreó la grandeza del rey de reyes, el Zaragoza acudió al rescate de su último años como jugador, aquellos en los que el mismo es capaz de apuntillar que mientras defendía, memorizaba al dedillo la táctica de cada domingo. Seis partidos en una campaña atisban esa idea. Eso sí, su mejor recuerdo fue el haber vestido la ‘Roja’ en Italia 90.
La pasión enfermiza de estudiar al detalle cada aspecto del deporte que no le dejaba desactivar, pronto le iba a devolver el esfuerzo en oportunidades, esas que si no logras, siempre tendrás que echarte en cara por el tiempo perdido. Tras probar entre las promesas blancas, a las que vio durante años de cerca allá por donde pasó, la opción de alimentar el sueño getafense en Primera era ideal, aunque hubiera parecía un reto complicado hasta para aquellos a los que tuvo como profesores. La experiencia fue sorprendente, con grandes números y prometedora de cara al futuro, que le devolvería a su pasado ché.
“Pierdo un cargo pero recupero una vida”. Con tan aliviantes palabras se despidió apenas dos años después de su llegada a Valencia, donde la alargada sombra de los éxitos de Rafa Benítez, habían encarecido las exigencias de un club ya de por sí irregular y conflictivo en tantos aspectos dentro y fuera del césped. Esa frase reflejaba la paz de un profesional que había pasado las de Caín (sobre todo con Soler y Carboni) y que cedía ante el empeño de quienes deseaban un cambio con mayores metas. Quique dejó al equipo bien situado en Liga y con opciones en Champions, un trabajo a medio camino que destrozó Koeman y que hoy también con brío, intenta mitigar el bueno de Emery.
Pero como las metas son tantas y tan variadas, el sueño de llevar a sus dirigidos al éxito podía conseguirse en Mestalla como en Da Luz y así, el Benfica le preparó un proyecto con el perenne objetivo de regresar a la cúspide nacional y europea. Las Águilas iban a desprenderse de algunos jugadores importantes como Nelson (Betis) o el ‘Cebolla’ Rodríguez (Oporto), pero a cambio le iban a dejar formar una plantilla con limitaciones pero con el toque que Quique deseara. Así se explican las llegadas de Aimar, Reyes, Balboa, Carlos Martins o Suazo, que han logrado un crecimiento aún por explotar en el gigante lisboeta.
Aunque el proyecto no está sino en su inicio, la primera crisis con dos partidos empatados en las primeras jornadas, ha dejado paso a una racha positiva que hace presagiar, al menos, una campaña donde la pelea por grandes ilusiones volverá a estar vigente. Con el mejorado Quim bajo palos, la veteranía de Luisao, Katsouranis, la ‘pantera’ Suazo o Nuno Gomes como columna vertebral y la proyección de Di María (ha perdido el pulso con Reyes en este inicio de campaña), Cardozo o el citado Martins, los Encarnados vuelven a sentirse capaces de dar un golpe a un campeonato que necesita renovar el poder del Oporto. Por cierto, su mano derecha es Rui Costa, que lleva las riendas deportivas del equipo.
Suele actuar con un revolucionario 3-5-2, donde los interiores tienen una importancia vital en labores defensivas. Salvo en partidos como visitante con muchas precauciones, juega con dos puntas que suelen ser Suazo y Nuno Gomes, dos grandes rematadores que dejaron durante algún tiempo fuera a Cardozo, con el que incluso tuvo polémicas que le costaron ser apartado del equipo en las primeras fechas. Tres ‘killer’ que han dejado atrás a Makukula pero que dan muestra del nivel atacante de un equipo que, pese a todo, adolece de un conductor serio. La baja del veterano Petit abre alerta aún más de ese punto negro que arrastrará toda la campaña. Sin un referente, las tareas ofensivas recaen en la ‘chispa’ de sus extremos (Di María, Reyes o Pereira) y la pegada de ese poderoso ataque que, hasta ahora, está siendo la pieza fundamental. Para echar un ojo quedan los jóvenes Urrutavizcaya, Sidnei o Vitor.
La eliminatoria en Copa UEFA ante el Nápoles fue el mejor test para analizar el tope del Benfica y los de Quique lograron solventarla con éxito. Fue igualada, por momentos caóticas pero en Lisboa recuerdan que, en esas guisas’, vienen siendo víctimas los últimos años. Vivo en Europa y a dos puntos del liderato en Portugal (ha empatado esta noche 1-1 y hubiera sido líder a falta de dos minutos), donde empató con el Oporto y venció el derby al Sporting, sólo la tremenda irregularidad puede acabar con un proyecto que, al menos a corto plazo, puede dar una alegría a un equipo legendario que busca renacer.
El Faraonito, cuanto menos, asegura trabajo, máxima confianza y una pasión ‘gitana’ que sus discípulos quieren adoptar para que aquellas noches en vela delante del ordenador no queden en vano. La meta es difícil pero …¿acaso fue fácil llegar hasta aquí?
Así cerramos el repaso a la trayectoria de uno de los técnicos españoles que abre una Serie de análisis que continuaremos en las próximas semanas.
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