El fútbol encuentra en el continente africano su lado más solidario pero, al mismo tiempo, el que mayores anécdotas e historias puede generar. Sus peculiares comienzos, los sistemas políticos e instalaciones que les rodean y las singulares culturas de las que son partidarios, siempre abarcaron grandes secretos que aún hoy salen a la luz para asombro generalizado. En Sudáfrica, uno de los pioneros en el deporte rey dentro del continente, esta interrogante sensación se ve salpicada por grandes problemas sociales que buscan ser eliminados de raíz a dos años vista del Mundial.
El fútbol sudafricano tuvo su nacimiento en 1879 o, al menos fue allí cuando apareció el primer equipo, Pietermaritzburg County. Sin embargo casi un siglo más tarde nació el profesionalismo, que trajo de la mano progresivamente a la hoy presente Premier Soccer League (Primera División Sudafricana). Un campeonato con multitud de curiosidades precedentes que refleja el sudor de aquellos que lucharon por hacerse escuchar con la pelota en los pies.
Equipos como el Orlando Pirates, uno de los más famosos y con mayor solera, sufrieron los problemas del apartheid, que les obligó a disputar campeonatos a un nivel inferior, con falta de medios y con las restricciones raciales siempre como impedimento. Formado por mineros, los ‘bucaneros’ ingresaron en la liga negra, donde arrollaron con varios títulos consecutivos hasta ganarse el afecto de la hinchada de esta raza, que endiosó desde entonces al primer equipo que retaba sin temores al fútbol blanco, al fútbol de clase alta.
Sin embargo, una mala distribución económica tras una gira en 1968, provocó una ruptura en el vestuario y, con ella, el equipo se deshizo.La estrella futbolística del momento, Kaizer Moutang, (”Chincha Guluva” para los hinchas), que había sido el primer jugador profesional con sólo 16 años, lideró a un grupo de jugadores que formaron el peculiar Kaizer Chiefs (mi equipo, por cierto).
Su llamativo nombre procede del nombre del propio jugador y de un equipo en el que había despuntado antes, el desaparecido Atlanta Chiefs estadounidense, del que incluso adaptaron su escudo. Este está formado por un contorno que presupone un jefe indio (por eso se les conoce como los jefes). El Kaizer fue uno de los primeros equipos profesionales y también tuvo que contentarse con disputar los campeonatos de la liga negra durante los 70 y 80, donde ya empezó a rivalizar con sus enemigos ‘piratas’.
Con el fin de tan terrorífica política, la mano de Kaizer Moutang y sus chicos fue clave para dar a luz a la Premier Soccer League, que hoy ejemplifica el poder del fútbol sobre las masas y la facilidad que desprende para lograr sus objetivos sean cual sean su naturaleza. En honor a esa meta alcanzada, el grupo indie Kaiser Chiefs (se identifica con la actitud del ‘hazlo tú mismo’), adoptó su nombre a partir del club. El trasfondo de esa elección coloca como principal culpable al ex defensor del Leeds, Lucas Radebe que antes de llegar a Elland Road y defender al equipo que los integrantes del grupo adoran, era jugador del Kaizer.
Una anécdota más dentro de las muchas que se dan cita cuando la pelota vaga libremente por Soweto, el barrio de la enorme Johannesburgo que fue construído en su día para alojar a los ciudadanos de la raza despreciada en el país. Allí, cada cierto tiempo, Orlando y Kaizer se citan en un derby mayúsculo para recordar su pasado y sonreír por un futuro lleno de rivalidad, de una sana y sorprendente rivalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario